jueves, 4 de agosto de 2016

NO CIERRES LA PUERTA

Han  sucedido muchas cosas  desde 1957.

Ya no veo al niño que fui  despidiéndome en la otra orilla, en el puerto de mi infancia. Han quedado atrás muchas creencias, demasiadas  mentiras, tonterías  sin fin, y   muchas horas en el desvarío y la inconsciencia.

Soy un niño  en el exilio  tratando de encontrar  la  ruta  de regreso a casa  en la inmensidad  oceánica  de una vida que no acabo de entender.

Hoy  descubro que tengo un viejo cascarón de barco, una nuez partida, una mierda  que  fue a las piedras muchas veces. ¡Y yo que pensé era un bajel  de primera!

No me quejo. En el reparto hubo quien  obtuvo goleta que no podían salir  del puerto donde nacieron  por enfermedad, por genética, por herencias  que  no decidieron.

Miro  dentro y sigue el Susín que  pedía dormir con la puerta abierta y la luz  del pasillo encendida: "no cierres, mamá". Hay miedos que no superas. No me refiero a la oscuridad. O sí: hay nuevas  oscuridades  más terribles que la misma negrura de una habitación cerrada.

¿Qué he buscado en mi vida?: el amor.

Sólo quería, en un egoísmo atroz, que me quisieran.

Recuerdo  una sobrina mía que durante años guardaba un viejo muñeco  de trapo con el que dormía abrazada como un naufrago a la tabla   que le salvara. Tenía ya 18 años y seguía durmiendo con el despachurrado y deshilachado pelele. Estaba, el pobre, hecho jirones, sin un ojo,  despeluchado y   feo.

Yo lo veía como una figura de mi vida.

Siempre he buscado en el amor esa mujer que me abrazara, que me quisiera con ansia y  necesidad naufraga, no pedía mucho, pero para mi era todo.

Así me quiso Manuela, que por las noches disfrutaba abrazada a mi vientre, lo rodeaba con sus brazos, apretándose  muy fuerte, como un salvavidas...y yo...¡joder!: ¡ahora lo veo claro!

Pienso:  ¿quién se abrazará a mi hoy?, a éste viejo y despeluchado muñeco , roto  por todos los lados, feo, gastado,  egoísta, que no consigue olvidar, que no quiere olvidar, o que no puede olvidar. 

Pero, a pesar del Evangelio según San Rejalgar, que anuncia profecías para gente como yo de una mala ustie muy principal,  y que siguen millones de personas, me giro antes  de dormir y  pido "no cierres la puerta, mamá", porque es que no me queda otra.

Mi Madre. Al final siempre Ella. Al final, sólo Ella.

En las fiestas del Pilar solíamos ir al Circo de pequeños toda la familia. Uno era el Circo Americano, otro era el de los Hermanos Toneti.

Recuerdo un número de los Toneti  donde a un payaso le caían todas las bofetadas. Eran unos tortazos a mano abierta de una sonoridad tan potente  que explotabas a reír viendo llorar  al desdichado, las lágrimas caían a chorro , mientras él paseaba gimiendo a gritos dando la vuelta a la carpa.

Yo aplaudía  a carcajadas viendo al infeliz pararse delante de nosotros , bufando , moqueando, y lloviendo lágrimas.

Hoy no me hace ninguna gracia. Ninguna.

Porque ahora soy yo ese payaso.

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