Reconozcámoslo, todos tenemos dentro a un gilipollas dispuesto a mimetizarse con el entorno a la primera oportunidad. Cuando escribe Tomás López Pizpireta una y otra vez en el Barullo sabe que el pobre compulsivo que lleva dentro no puede dejar de leer y escribir aquí , aunque no quiera.
No es mal chico . Su maldad no viene de que sea mala gente. No es tan listo . No es malo por malvado, sino por idiota. Por eso escribe. Es un tipo bien curioso.
Tiene un miedo inconsciente a ser expulsado de la mesa de los mayores donde se ha invitado y sentado solo. Y eso le molesta. Ya se sabe que en la mesa de los mayores se dicen tacos, se cuentan chistes subidos de tono, se habla , en fin, de cosas de mayores.
Bien, digámoslo ya: Tomás es un zombi . Todos utilizamos la palabra zombi como sinónimo de idiota. Está chutao.
La pregunta que nos hacemos es: ¿por qué, si son tan pesados, porque los zombis son muy pesados, nos gustan tanto ? ¿Por qué tienen tantísimo éxito? ¿Qué vemos en ellos? ¿Qué tienen esta especie de leprosos cuya carne se descompone para atraernos tanto? ¿Pueden los tontos como Tomás ser interesantes?
Las escenas de zombis se parecen mucho : es siempre el individuo el que sucumbe ante el grupo que, o se lo come o lo integra convirtiéndolo en un autómata. Tomás insiste una y optra vez en lo mismo: tenemos que integrarnos en su grupo, y desenmascarar a este pobre hombre que aquí escribe.
La zombificación sigue unas reglas estrictas. Y, ojo, que aquí está la clave que explica el comportamiento de este zumbado : A Tomás le zombifica su queridísima mamá . A sus hijas le zombifica el padre, o sea, Tomás. La hija mayor a la madre. Una tutora a la hija pequeña... al amigo exaltador de la amistad su grupo de amigos.
La cámara sube y nos regala un plano cenital en la que el zombi Tomás intenta avanzar con cara de salido a comerse un lector del Barullo . La cosa sigue. Al hermano le zombifica su hermano, al profesor su discípulo favorito.
Estoy convencido que Tomás , que padece un clarísimo complejo de Edipo, fue su adorable mamá la que lo zombificó…
Estoy convencido que Tomás , que padece un clarísimo complejo de Edipo, fue su adorable mamá la que lo zombificó…
El enamorado Tomás López, que adora a su familia más que nadie en el mundo, pone a prueba su amor obsesivo cuando su mujer se convierte en muerta viviente . Pedazo de escena de suspense en la que no sabemos cómo va actuar Tomás , si la va a besar o la va a matar, mientras que desde el otro lado de la pantalla le pedimos a gritos que le meta un tiro en el entrecejo a su mujer.
Pero no. Tomás le mete un morreo guapo con lengua y a continuación se le pone cara de gilipollas con los brazos extendidos y los ojos fuera de sus órbitas. Y se van los dos a pescar otro.
Hay más versiones de Tomás Zombi . Como sabemos este hombre está obsesionado por la familia y la paternidad y mantiene a su mujer zombi embarazada porque tiene esperanzas de que el niño sea sano. El delicado bebé según nace se lo cepilla y Tomás muere víctima de su propia obsesión.
Una y otra vez estos idiotas vencen porque el sentido de pertenencia, aunque sea a un colectivo idiota, es más fuerte que la libertad, que el amor, que la amistad, que el deseo de paternidad o que la madre que lo parió
Una y otra vez estos idiotas vencen porque el sentido de pertenencia, aunque sea a un colectivo idiota, es más fuerte que la libertad, que el amor, que la amistad, que el deseo de paternidad o que la madre que lo parió
El zombie no tiene sentimientos, actúa mecánicamente. Tomás , que es un zombi, no reacciona con odio cuando tratan de reventarle la cabeza con un bate de beisbol una y otra vez , salpicando la pantalla de sangre . No se enfada cuando le disparan tres cartuchos de caza mayor en los testículos. Retrocede un poco, y palante con las manos hacia adelante y sonriendo bobalicón.
Esa falta de reacción, que en Barullo es muy manifiesta, inquieta más todavía. Su patrón de comportamiento no tiene secretos. En su cerebro corre un único programa: comer y tocar los cojones. Esa es su única pulsión instintiva a la que se aplica con lenta tenacidad, y es capaz de mantenerla por muchos tiros que les peguen, les quemen los güevos, les arranquen la minga a mordiscos , las piernas o la cabeza.
Inclusamente hemos visto la cabeza sola arrastrándose en el barro intentando morder a una niña. Tomás es así. Un zombi muy pesado . Un pelmazo.
Inclusamente hemos visto la cabeza sola arrastrándose en el barro intentando morder a una niña. Tomás es así. Un zombi muy pesado . Un pelmazo.
Como sale de página esta entrada, mañana sigo
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ESPACIO RADICAL LIBRE: NOS HA LLEGADO LA FOTO
Esto del barullo sólo es interesante cuando aparece Pizpireta.
ResponderEliminarQue zombis ni zombis, menos playa y mas balores ya pero ya
ResponderEliminarEso
ResponderEliminarLo del rejalgar era verdad. Tenía razón el muy hijo de puta. Menos mal que lo del whisky también es verdad. Y que en realidad la madre de Pizpireta no quiso decir lo que dijo.
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