De crío me gustaba jugar en la cama y formar con el embozo de las sábanas en la barbilla la última barricada. Imaginaba que esos pliegues eran valles, montañas, llanuras desérticas. Desde allí era posible disparar, hacerse fuerte, soñar varios historias , vivir una pasión.
Uno de mis personajes favoritos , con el que jugaba horas y horas, era un indio de plástico que pertenecía a una colección de figuras del Oeste : vaqueros, pieles rojas, caravanas, soldados yankees...
Al indio le faltaba el arco , una pierna, y estaba en un estado lamentable. En mis aventuras al pobre lo llevaba de aquí para allá en un sinvivir. . Se despeñaba por barrancos infinitos, le pasaba por encima todo el ejército del general Cúster, caía en trampas mortales . Sin embargo, siempre terminaba igual. En un momento determinado lo guiaba con mis dedos al triunfo total . Machacaba a todo el ejército, cortaba cabelleras de vaqueros y doncellas, y regresaba a su solitaria tienda de campaña tan feliz y tan campante.
No eran guiones muy originales, la verdad.
A las ocho nos despertaba mi madre y había que levantarse. Han pasado los años y hoy estoy con el mismo guión.
Siguiendo este método puedes hacer lo mismo: abandonar la cama y al mismo tiempo atrincherarte en ella como en una fortaleza y sacar el indio de ayer a otra aventura. A putearlo, a darle caña, a reventarlo a fracasos, hasta que Alguien te coge con los dedos y la historia cambia. Y regresas tu pequeña tienda de campaña jodido, pero contento.
Se trata de un desdoblamiento físico que sólo se consigue después de un gran esfuerzo espiritual. Cuando ya dominas ese arte, sientes cada mañana a la hora de levantarte la mitad más de ti mismo que obra según rutinas automatizadas . Bostezas, te estiras, te vistes, desayunas en la cocina y te vas al trabajo.
Mientras , lo mejor de ti , lo más puro e imaginativo , permanece en la cama soñando en la penumbra entrepersianada de la habitación . Entonces , en ese rincón donde ha quedado la parte azul de tu alma , con un poco de ejercicio puede convertirse en un bastión inexpugnable. Y sacas al indio a su aventura entre los pliegues de la sábanas blancas . Y después de mucho sufrir, vuelve a ganar, con un muñón en la pierna, sin arco, desplumado. Y llo hace porque a ti te gusta ese tío que da pena. Lo mismo que a Dios ama las bocas desdentadas.
El otro tú está saciando su codicia en la calle. Apuñalándose tal vez a sí mismo o a alguien. Cada día tiene que cometer alguna bajeza para sobrevivir, mentir a un cliente , inventar negocios que le llenan de angustia, o engañar a su mujer por otra que no sabe como desembarazarse de ella.
Desde la cama con el embozo en la barbilla lo imaginas lejos , de traje y corbata, sometiéndose al jefe, sonriendo adulador, mientras aún tumbado dejas pasar las horas con tranquilidad y en el corazón cabalgas por verdes praderas llenas de búfalos pastando , o viajas en un barco pirata.
Una tarde el otro tú regresa a casa cargado de electricidad para dormir en tu interior un sueño que le agobia. Y comprueba que el parapeto que has ido levantando con tanto amor se está cerrando. Entonces decide saltarlo y dormir a tu lado.
Una vez le preguntaron a Dios si eran muchos los que se salvaban. Atiende bien: si dejas crecer ese crío, la parte azul de tu alma, siempre aparecerán unos dedos que te llevarán a la victoria personal aunque estés cojo, desplumado, ciego, y tonto.
Cual es la parte azul de mi alma ? Que hay en el alma de un niño que desea que el indio a pesar de sus manifiestas incapacidades al final venza y vuelva victorioso a casa? El blog de hoy es sencillamente genial ,para enmarcar y me ha dejado un estado de animo que ni te cuento.Gracias suso!!!!!!!
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