miércoles, 14 de septiembre de 2016

UNA TORMENTA

Esta noche ha  llovido torrencialmente .Estas tormentas a veces llevan aguas que sacan del fondo de  la  tierra cadáveres  enterrados de una manera chapucera. Tarde  o temprano los muertos aparecen pidiendo  justicia.

Los asesinos planean  muertes  con gran frialdad y perfección pero a la hora de sepultar a la víctima suelen exhibir una torpeza inaudita. Es la pereza. Para enterrar  bien un cadáver hay que  echarle muchas horas.

Es  un clásico: arrecian  las lluvias y los muertos sacan del fondo de la tierra una mano crispada pidiendo auxilio al pastor  que pasa  por allí,  o a un cazador con su perro   que transitan por esos escarpados barrancos donde han sido cavadas las fosas apresuradamente. ¿Cuántos  cadáveres quedarán por  descubrir?. 

En el  Canal de  Zaragoza  , en tiempos de sequía, aparecían los cuerpos del delito de  calaveras  mondas,  o pistolas  que  reclamaban los  jueces, o los restos de algún  coche robado del que se habían desprendido  tirándolos  al Canal.

Imagino el espanto que sentirán algunos criminales cuando oigan caer esta  noche el furioso aguacero que está cayendo. A Lasa  y Zabala  los encontró   Ramón Soriano  cuando se encontraba cazando por la Foya de Coves. Vio esparcidos por las alimañas, restos humanos y la fosa en la que parecía hallarse un cuerpo, por lo que procedió a dar aviso al puesto de la Guardia Civil de Busot.  

Una vez abierta la fosa resultó contener no uno sino dos cadáveres, que presentaban mordazas en la boca, los ojos tapados con cinta aislante y aún conservaban restos de vendas. Al primero de los cadáveres le faltaban las extremidades inferiores, lo que se correspondía con los restos que se encontraban esparcidos por el exterior, en un radio de unos 20 metros. A tres metros se encontró un casquillo, Geco 9 mm. Parabellum, y unos días después, al cribar la tierra y la cal, un proyectil del calibre 9 mm. Parabellum.

En el otro mundo no hay  muertos de derecha ni de izquierdas.Es  esa  justicia misteriosa de la naturaleza que sabe llover a tiempo  sobre  todos para que los cadáveres saquen la mano cuando por los barrancos inasequibles pasa un cazador anónimo. 

Los sótanos del Vaticano  son también naturaleza. Cuando el    protagonista cree que sus crímenes  van a prescribir de pronto un viento levanta  unas denuncias  en un dicasterio  y por debajo de ellos un cadáver olvidado saca el brazo y le  pide   al  Perfecto para la Doctrina de la Fe , que se llama Ratzinger , que se acuerde  de  lo suyo.

Así cayó el fundador de los Legionarios. 


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