Esta noche ha llovido torrencialmente .Estas tormentas a veces llevan aguas que sacan del fondo de la tierra cadáveres enterrados de una manera chapucera. Tarde o temprano los muertos aparecen pidiendo justicia.
Los asesinos planean muertes con gran frialdad y perfección pero a la hora de sepultar a la víctima suelen exhibir una torpeza inaudita. Es la pereza. Para enterrar bien un cadáver hay que echarle muchas horas.
Es un clásico: arrecian las lluvias y los muertos sacan del fondo de la tierra una mano crispada pidiendo auxilio al pastor que pasa por allí, o a un cazador con su perro que transitan por esos escarpados barrancos donde han sido cavadas las fosas apresuradamente. ¿Cuántos cadáveres quedarán por descubrir?.
En el Canal de Zaragoza , en tiempos de sequía, aparecían los cuerpos del delito de calaveras mondas, o pistolas que reclamaban los jueces, o los restos de algún coche robado del que se habían desprendido tirándolos al Canal.
Imagino el espanto que sentirán algunos criminales cuando oigan caer esta noche el furioso aguacero que está cayendo. A Lasa y Zabala los encontró Ramón Soriano cuando se encontraba cazando por la Foya de Coves. Vio esparcidos por las alimañas, restos humanos y la fosa en la que parecía hallarse un cuerpo, por lo que procedió a dar aviso al puesto de la Guardia Civil de Busot.
Una vez abierta la fosa resultó contener no uno sino dos cadáveres, que presentaban mordazas en la boca, los ojos tapados con cinta aislante y aún conservaban restos de vendas. Al primero de los cadáveres le faltaban las extremidades inferiores, lo que se correspondía con los restos que se encontraban esparcidos por el exterior, en un radio de unos 20 metros. A tres metros se encontró un casquillo, Geco 9 mm. Parabellum, y unos días después, al cribar la tierra y la cal, un proyectil del calibre 9 mm. Parabellum.
En el otro mundo no hay muertos de derecha ni de izquierdas.Es esa justicia misteriosa de la naturaleza que sabe llover a tiempo sobre todos para que los cadáveres saquen la mano cuando por los barrancos inasequibles pasa un cazador anónimo.
Los sótanos del Vaticano son también naturaleza. Cuando el protagonista cree que sus crímenes van a prescribir de pronto un viento levanta unas denuncias en un dicasterio y por debajo de ellos un cadáver olvidado saca el brazo y le pide al Perfecto para la Doctrina de la Fe , que se llama Ratzinger , que se acuerde de lo suyo.
Así cayó el fundador de los Legionarios.
San Perico Solabarría les asista.
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