domingo, 25 de septiembre de 2016

SEGUIMOS SIN GUSTAMOS

Al principio Adán  era un mono inconsciente que se pasaba el día jugando y  estirándose la titola . Iba desnudo, era  inmortal, carecía de horario, se alimentaba de fresas y moras , no tenía problemas de estreñimiento, se revolcaba en la hierba, se  rascaba la espalda en la corteza de  los árboles  y cualquier novedad le daba mucha risa. 

Era  buena gente. Ingenuo, algo panoli, pero majete.  

En aquel tiempo, en medio del gran silencio terrestre sólo se oían enormes carcajadas de ese  mono , y se dedicaba a  henchir  la Tierra. Y no diré más.

Hoy, los psiquiatras cobran una  morterada  por devolver a sus clientes a ese estado  primigenio de gracia. Las cosas han llegado a tal extremo que la alegría, la desenvoltura, la naturalidad y la coherencia mental del chimpancé se ofrecen como modelo a la clase sofisticada.

 Pero no resulta fácil alcanzar la dicha del mono común. . ¿Cómo recobrar aquella etapa de inocencia cuando el imperativo categórico aún no había atenazado el cerebro humano?. Según Kant, toda la moral del ser humano debe poder reducirse a un solo mandamiento fundamental, nacido de la razón, no de la autoridad divina, a partir del cual se puedan deducir todas las demás obligaciones humanas. A eso  le llamó  «imperativo categórico».

 Desde  que  abandonamos  las cavernas, fuimos cargados con el peso de la propia conciencia . Unos  se sirvieron de la religión, de los licores, de las  hierbas, de la meditación trascendental . También hemos  hecho el pino, han abierto en canal ocas y auscultado sus tripas , y ha consultado los oráculos. 

Nos empeñamos en  cambiar de yo. Después de tantos miles de años  seguimos sin gustarnos. 

Resultado de imagen de CUEVA NEANDERTAL

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ESPACIO RADICAL : PASEANDO LA PUPILA (FOTICOS).

1 comentario:

  1. Suso, te leo desde hace unos días, me gusta tu manera de pensar (y de escribir). Gracias por la dosis de oxígeno mental. Un abrazo.

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