viernes, 30 de septiembre de 2016

BUSCAR LA VERDAD

Lo aprendí porque hubo un tiempo en que alguien me decía " busca  la verdad sobre ti mismo. Intenta identificar cuales son tus defectos dominantes. No tengas miedo  a  conocerte y a darte a conocer".

Hoy sé  que el  que busca la verdad corre el grave riesgo de encontrarla. Y no  todo el mundo está preparado  para admitirla y mucho menos a darla conocer. Si  me preguntan  hoy  a algunas bastantes personas  les aconsejarían  que no lo hicieran. ¿Para qué? 

El más pintado puede llevarse una desagradable sorpresa. Si se empieza a explorar el alma con cierto rigor, después de un examen no muy profundo uno siempre descubre que es idiota. Eso en el mejor de los casos. Algunos  han descubierto que son unos auténticos hijos de puta...¿qué haces entonces? 

Algunos piensan que el alma del hombre no hay que tocarla ni con una pértiga.En el interior de cada persona , en ese pozo ciego donde anidan las lombrices, se esconde un pecador, un ser mediocre , aunque honorable , un Caín o, en el mejor de los casos, una niñ@ que llora, aunque tenga 60 años.

Pero el asunto ya no tiene remedio.

Resulta un juego muy peligroso este de buscar la verdad , porque   al final sucede que después de tanta búsqueda  y de tanta introspección  pasa que eres como los demás, o  como cualquiera.

La verdad está en la apariencia o en la confusión. Por eso yo, que sé  que  anida en mi  lo peor, no quiero remover las aguas. 

Pero cada cual puede hacer lo que guste. Allá él.

Resultat d'imatges de sinceridad

---------------------------
ESPACIO RADICAL LIBRE: UNA CIERTA MIRADA (FOTICOS)

1 comentario:

  1. Érase una vez, en un conventico de por aquí, a la superiora le dió por hacer exactamente esto.

    Cogió a sus monjas y fué metiéndose en el alma de cada una, para sacar todo lo que llevaban dentro. Decía que sin conocer TODA su miseria, uno no es capaz de ver la Misericordia de Dios.

    Se las cargó. Todas se creían enfermas mentales.

    El obispo, algunos años después, se dió cuenta y se la llevó lejos, a un lugar donde no pudiese hacer daño.

    Y nuestras monjitas siguen allí. Todavía no se han cerrado todas las heridas, pero aprendieron a tumbarse y sentirse miradas por Dios. Ya no "buscan la verdad" sobre sí mismas. Y ahora son felices.

    Es una historia real, la viví muy cerca.
    Te doy la razón.
    ¡Un abrazo!

    ResponderEliminar