Leí el viejo y el mar este verano. Escalofriante parábola.
Me recordó el cuento uno que conozco . Es un pez gordo, un Esturión Beluga, de ocho metros y 2.000 kilos de peso. Es viejo el ejemplar, y se las sabe todas. Cuando le conocí acababa de morder el anzuelo de la codicia y comenzaba una dura batalla. Está herido de muerte.
Todo es cuestión de tiempo.
Se cree libre , y piensa que su mala gestión tan solo le ha herido. El viejo esturión se dispone a navegar todavía por las aguas de los negocios, pero en su viaje hacia el fondo del abismo le acompaña el sedal. La codicia lo tiene enganchado a las agallas.
Se ha refugiado en su despacho del que apenas sale, ,lo mismo que el esturión se esconde en la gruta . Pero siente de pronto que en el dorso una quemadura le arde. Cada vez que piensa en sus empresas le sangra la boca.
Alguien tira del sedal desde una lejana superficie. Es un banco reclamanándole el crédito, un cliente que no paga, la familia que está enfadada porque no suelta un euro . Está unido de forma ineludible a esa fuerza que lo reclama. Por muy al fondo que se oculte el vejo esturión comprueba enseguida su dilema: si resisto hago más honda la herida. Si nado a favor de la corriente acelero un final aciago.
Haga lo que haga , mis movimientos siempre serán aprovechados por el enemigo para reducir el radio de acción.
Atado a la silla , bien anclado al suelo , en la orilla, el pescador calcula la energía de este pez tan gordo que se revuelve en las profundas aguas. Va largando o cobrando hilo según el rigor de cada embestida, y toda su labor consiste en que el bicho no rompa el aparejo debido a la furia o al terror. Comienza a sangrar la superficie.
Él no lo sabe, pero el Banco sólo espera a que el pez se agote. Se dedican a eso. Después de un tiempo inexorable este "hombre esturión" sacará la aleta a la superficie , y desde popa se le verá dar saltos espumosos y soleados con gran violencia.
Es sólo cuestión de horas que se agote , expire, y emerga flotando la panza blanca boca arriba.
Entonces será izado a bordo con un garfio y después el público degustará el caviar de sus huevas.
Aunque conociendo a este hombre tan tozudo también puede suceder que muera en el fondo de la gruta donde se había refugiado, siendo allí devorado por compañeros de su especie, o sea, su familia.
A la superficie sólo llegará la raspa.
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ESPACIO RADICAL : LAS MEJORES FOTOS SE HACEN SIN CÁMARA (FOTICOS)
Yo estoy con uno que, después de trabajar toda su vida (se vanagloria de haber pasado noches sin dormir en el despacho), ha vendido el negocio por un precio suculento.
ResponderEliminarAhora no sabe qué hacer, a sus sesenta años, así que ha decidido empezar otro negocio. Dice que, como se ha pasado la vida trabajando, no tiene hobbies. Lo único el Atlético de Madrid, que le apasiona.
Tampoco le interesa el dinero, no es de los del lujo a la manera persa. Le encanta estar todo el día trabajando incluidos fines de semana. Es incapaz de delegar.
No es nada malo, estar todo el día trabajando. Claro, mientras no pienses que los demás tienen que hacer lo mismo.
Solo le pierden sus ataques de ira: un desahogo de vez en cuando, con tanta tensión.