Aquel día quedó para siempre fijado en mi memoria, como el fogonazo de magnesio que jamás se borrará de las retinas de mis ojos.
Cuarto de bachillerato, colegio del Salvador, padres jesuitas, en Zaragoza. Nos daba clase de religión el padre Ceferino Peralta. Un hombre de fe profunda, algo histriónico, y con una mala leche muy principal.
Estaba relatando el encuentro de Moisés con Yawé. "Allí- decía con énfasis catequética - Dios , por primera vez en la Historia , se definió a sí mismo".
A mi lado estaba Monreal. Monreal tenía dos dones.
Uno era que escupía unos lapos muy bien armados y con una precisión de arquero olímpico. Si oías " ¡gch!", estaba preparando el japo, y a continuación soltaba , de lateral, por el moflete, un gargajo proyectil directo al encerado que lo dejaba guapo. Donde ponía el ojo ponía la bala.
El otro don era su capacidad , casi circense, de eructar regüeldos larguísimos a la vez que decía frases lapidarias. Por ejemplo, " Heraldo de Aragón , diario de la mañana". Esto dicho así, eructando, os aseguro que es un arte.
La técnica que usaba Monreal era la siguiente. Fui testigo, pues compartía pupitre por razón de listado ( Mendive/ Monreal). Iba aspirando en silencio , como comiendo aire, y se iba poniendo rojo, tomate, bermellón, colorado...y , sin previo aviso, se metía los dedos en la boca y...¡¡¡PATAPÁAAAANNNN!!!, soltaba la frase.
Aquella tarde en la que el padre Ceferino Peralta nos estaba contando el encuentro entre Dios y Moisés, y en el mismo instante que explicaba con unción apostólica eso de "Yo soy el que soy", observo horrorizado que Monreal está hiperventilando , se mete los dedos en la boca, y suelta un hipereructo ..."YO SOY EL QUE SOYYYYYY".
En general , la clase se echó a reír a carcajadas ( aunque alguno hubo que pensó que era la auténtica teofanía de Yawé y se postró gritando "¡ habla, Señor, que tu siervo escucha!"
La mirada de Peralta nos hizo enmudecer. Estaba llena de ira santa.
- ¿Quién ha sido?
Silencio. ¡Coño, había sido Yawé!
- Sólo lo diré una vez más...quién ha sido.
Nadie acusó a Monreal.
Entonces Peralta, con sotana y faja , se levanta de la mesa, se quita el reloj, y uno a uno, mesa por mesa, fila a fila, se puso a darnos una ustie bien dada, por encubrir al impío blasfemo de Monreal.
Acabamos como los mártires de Sebaste:
- Treinta y cinco usties hemos recibido, treinta y cinco coronas te pedimos.
Jajajajajajajajaja. Me parto. Mil gracias!!!!
ResponderEliminarHola Suso, soy Chema de tu época de Jesuitas y Hobby 2001. Te leo desde hace un tiempo y me parto, aunque algunas "experiencias estaba presente.
ResponderEliminarMe alegra conocer que sigues igual. Abrazos
Genial.
ResponderEliminarHola amigos,.conocí a Monreal y a Mendive, el p. Peralta era como el ser supremo del Colegio. Monreal estuvo increíble.
ResponderEliminarRecuerdo dos Monreal...Aznar ( ahora dudo que no fuese Arnal,)...e Hijar
ResponderEliminarEl de los eructos era Aznar
A mi Luceferino Peralta me dio un sopapo monumental y catedralicio
ResponderEliminarY a mi otro
EliminarY a mi otro; solo para mí, delante de toda la brigada.
EliminarJajaja sería el Monreal Aznar ( no lo puedo asegurar..) Yo nunca me hubiera atrevido con el Padre Peralta.. aunque sí que es cierto que un día me llamó Mon-peseta ( en vez de Mon-real) y le contesté “si, padre Pera-alta) lo que me valió que me arrojara la batuta que empleaba en el coro..
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