Visitando una iglesia en Padrón vi una ceremonia del Bautismo.
Una niña llamada Uxía pasaba a formar parte de la Iglesia.
En la pila del bautismo se retorcía la serpiente del Paraíso. Y, aunque a Uxía al recibir ese sacramento se le borra el Pecado Original , ese que heredamos de nuestros primeros padres, aún le quedará de por vida una inclinación a pecar.
Espero que la niña tenga más suerte que yo. Cuando a nuestra generación le empaparon el cogote con aquellas aguas, nos purificaron del pecado original, pero también nos calaron en el cuerpo para siempre el complejo de culpa.
Recibimos una formación atormentada, en blanco y negro.
Y algunos de nosotros hemos tenido que defendernos en la vida mintiendo.
¿Qué podía hacer un crío como yo que comenzó a fumar a los ocho años? . Tenía que sisar los cambios de las vueltas de las comandas que hacía mi madre:
- ¿Solo te han devuelto esto?- preguntaba sospechando.
- Sí, es que se me cayó una peseta por el hueco del ascensor.
Con una peseta uno podía comprarse tres "Celtas " sin filtro sueltos en los ciegos.
Claro, llegó un momento que lo del hueco del ascensor no colaba.
La invención de trolas fue una forma de resistencia y también mi mejor obra de arte.
Al final ,de tanto huir pensando que te iban a pillar, de tanta bola y tantas mentiras , terminabas haciendo callo.
Con reflejos increíblemente hábiles, pero inútiles, engañaba a mis padres, al confesor, al maestro, al policía, a tu director espiritual, a la novia, a la mujer , a la amante, a los hijos, a uno mismo.
Y todo eso a cambio de nada real, sólo como un mecanismo de defensa , una especie de acto reflejo.El placer unido al miedo, la dicha seguida del castigo, el sentimiento acompañado por una sensación sensiblera , el sexo como un trabajo sucio, el sentido del deber cargando la nuca, la conciencia atormentada herrada en el costillar , la amenaza difusa de un tortazo que no sabía de dónde vendría, aunque estaba convencido de que lo merecía : esta atmósfera de naturaleza caída es la sopa de mi conciencia.
¿Quién daría un centavo por un tío como yo que arrastra la culpabilidad junto con los zapatos polvorientos?
Pero la serpiente que culebreaba en mi pila bautismal en el Pilar de Zaragoza parece que aprovechó para inocularme una especie de anticuerpo: la posibilidad de convertir la existencia falsa en una belleza inspirada por la autodefensa. No fui el único de aquella generación.
No creo que sea el caso de Uxía. Veo a sus padres, jóvenes, de una religiosidad impostada ( a tenor de la minifalda que lleva la madre, el escote de la madrina, abierto al frente hasta la rodilla , y los shorts mollares de algunas de las presentes). Mientras hago que contemplo una imagen de la Virgen , de reojo, hago un mapa de los fieles que acompañan a Uxía. Los jóvenes se exhiben con una inocencia de ternera. Estos paisan@s son incapaces de mentir.
¿Quién miente ahora? Para estos tíos, aunque bautizados, el pecado no existe. Se ven obligados a ser felices, a desenmascarar el alma, a vivir con impudor todas las sensaciones.
Esta peña no conoce la culpa. Hacen el amor sin problemas de conciencia . Dicen siempre la verdad. Si les cuentas tus naufragios morales asisten con una sonrisa de compasión a tu tortura.
En resumen, y para no alargarme demasiado: les da pol culo nuestros rollos mentales.
Pero todos estamos condenados. Ellos, a ser sinceros; yo , a seguir fingiendo.
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