viernes, 27 de agosto de 2021

CONSIDERACIONES ATORMENTADAS MIENTRAS ASISTO A UN BAUTISMO.

 Visitando una iglesia en Padrón vi  una  ceremonia del Bautismo.


Una niña  llamada  Uxía  pasaba a  formar  parte de la Iglesia.


En la pila del bautismo se retorcía  la serpiente  del Paraíso. Y, aunque  a  Uxía  al recibir  ese  sacramento  se  le  borra el Pecado Original , ese  que heredamos  de  nuestros   primeros padres, aún le  quedará  de por vida  una inclinación  a pecar. 


Espero que la  niña  tenga  más suerte  que yo. Cuando a nuestra generación le empaparon el cogote con aquellas aguas,  nos  purificaron  del pecado original,  pero  también  nos  calaron en el cuerpo para siempre el complejo de culpa. 


Recibimos  una  formación atormentada, en blanco y negro. 


 Y  algunos de  nosotros hemos tenido que defendernos en la vida mintiendo.


¿Qué  podía  hacer  un  crío  como yo  que  comenzó a fumar a los  ocho años? . Tenía  que  sisar  los cambios de las  vueltas de las  comandas  que hacía  mi madre:


- ¿Solo  te han devuelto esto?- preguntaba sospechando.


-  Sí, es  que se me cayó  una  peseta  por el hueco del ascensor.


Con una peseta uno podía comprarse tres "Celtas "  sin filtro   sueltos en los ciegos.


Claro, llegó  un momento  que lo del hueco del ascensor  no colaba.


 La invención de trolas  fue una forma de resistencia y también mi  mejor obra de arte. 


Al final ,de tanto  huir  pensando que te iban a pillar, de tanta   bola  y tantas  mentiras , terminabas   haciendo callo. 


Con reflejos increíblemente hábiles, pero inútiles, engañaba  a mis  padres, al confesor, al maestro, al policía, a tu director  espiritual,  a la novia, a  la  mujer , a la amante, a los hijos, a uno  mismo.


 Y todo eso a cambio de nada real, sólo como un mecanismo de defensa , una  especie de  acto reflejo.El placer unido al miedo, la dicha seguida del castigo, el sentimiento acompañado por una sensación sensiblera , el sexo como un trabajo sucio, el sentido del deber cargando la nuca,  la conciencia atormentada herrada en el costillar , la amenaza difusa de un tortazo que no sabía  de dónde vendría, aunque estaba convencido de  que lo merecía : esta atmósfera de naturaleza caída es la sopa de mi  conciencia. 


¿Quién daría un centavo por un  tío como yo que arrastra la culpabilidad junto con los zapatos polvorientos? 


Pero la  serpiente que culebreaba en  mi pila bautismal en el Pilar de  Zaragoza  parece que aprovechó para  inocularme  una especie de anticuerpo: la posibilidad de convertir la existencia falsa en una belleza inspirada por la autodefensa. No fui  el  único de  aquella  generación.


No  creo que sea el caso de Uxía. Veo a sus padres, jóvenes, de una religiosidad impostada  ( a  tenor de la minifalda que lleva la madre, el escote de la madrina, abierto al frente  hasta la  rodilla , y los  shorts  mollares de algunas de las presentes).  Mientras  hago  que contemplo  una  imagen de la Virgen , de reojo,  hago  un mapa de  los  fieles  que acompañan a Uxía.  Los   jóvenes se exhiben con una inocencia de ternera. Estos  paisan@s  son incapaces de mentir.


¿Quién miente ahora? Para estos tíos, aunque bautizados, el pecado no  existe. Se ven obligados a ser felices, a desenmascarar el alma, a vivir con impudor todas las sensaciones. 


Esta  peña  no  conoce la culpa. Hacen el amor  sin problemas de conciencia . Dicen siempre la verdad. Si  les  cuentas tus  naufragios morales  asisten con una sonrisa de compasión a tu tortura.


En resumen, y para  no alargarme demasiado: les da  pol culo  nuestros  rollos  mentales.


Pero todos estamos condenados. Ellos, a ser sinceros; yo , a seguir fingiendo.




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