domingo, 29 de agosto de 2021

QUE NADIE SEPA QUE TE HAN ROTO EL CULO..

Nunca terminas de verdad de ser  sincero contigo mismo mientras no comprendas que el egoísmo, la vanidad,  y el orgullo están en el origen de la mayoría de tus actos. 


Pensar mal de uno mismo es acertar : esta debería ser la divisa que, colocada en el salvapantallas de todo ser humano, nos alertara de la verdadera madera de la que estamos hechos. ¡Basta ya de esa ficción del yo-soy-bueno-y-honesto-y-auténtico-y-en-cambio-los-demás-no!


En este sentido , creo que habría que  matar a algunos cocineros de biografías.


Escrivá de Balaguer , del que pienso he leído casi todo, tenía muchas capas en su vida, pero era un hombre, sobre todo en sus inicios , que con frecuencia desnudaba su alma . Hasta tal punto que parecía estar como una cabra. Tal vez lo estaba, ¿ qué persona que aspira a la santidad no lo está?


Pero un día aparecieron los cocineros , esos tipos que condimentan el texto y la biografía  para que sea digerible, el que se interpone entre la persona que se muestra como es  y el folio, el que maquilla los pasajes más crudos, el encargado del photoshop.


Y, al menos para mi, ese Escrivá ya no tiene gracia.


Toda persona que quiere darse a conocer  tiene delante de sí, en primera línea, un conjunto de sinceridades fáciles, domesticadas, que al escribirlas no le van a comprometer mucho, incluso en el caso de que sean autocríticas.


Pero tiene además, en segunda línea y bien ocultas en un cajón cerrado con llave, un segundo tipo de sinceridades bochornosas, que abren en canal su autoestima o muestran la mugre de su corazón.


¡Qué diferencia entre un Montaigne, que nos cuenta que se ha quedado impotente y tiene el pene pequeño, o un Gide, que escribe en su diario que ha visto a un adolescente guapísimo y se le ha puesto dura, o una Virginia Woolf, a la que no le importa hacernos saber que tiene envidia y miedo de que Katherine Mansfield sea mejor escritora que ella, con toda la pléyade de Nietzsches, Umbrales, Papinis, Nerudas, Hemingways, Escrivás, etc, etc  que siempre te están mostrando su lado más fuerte o macho o rebelde o iconoclasta, y hasta en sus fracasos se pintan favorablemente o se presentan como canallas encantadores! 


Al hilo de esto sostengo que alguien que piense escribir o hablar de su vida  no debe soslayar ningún elemento importante de su vida, ni el más pequeño, tampoco de lo sexual.


¡ Qué pocos valientes hay en este sentido entre los que van de sinceros confesionales!


Jack Kerouac escribió que un escritor  no debe soslayar ningún elemento importante de su vida, ni el más pequeño, tampoco de lo sexual, pero cuando narró su encuentro con Gore Vidal omitió la noche de sexo que había mantenido con él. Sucedía que Kerouac era un heterodudoso que siempre vivió con vergüenza sus encuentros homosexuales, por lo que no se atrevió y consiguió enfadar a Gore Vidal, que le reprochaba: “¡Ah, Jack, cómo te saltaste tu deontología de escritor para que nadie supiera que yo te había roto el culo!”.



No hay comentarios:

Publicar un comentario