jueves, 16 de septiembre de 2021

VÍSPERAS DE DEPUÉS.

No se puede decir que estuviera bien de la cabeza, os lo aseguro, pero tenía una avería de las más bonitas que he visto. 


Era de un verde tan travieso   , a juego con su alegría, que imagino que le venía de cuna. 


Parecía como un ave migratoria que se hubiera salido adrede de la perfecta uve que sus compañeras dibujan en el cielo. 


A veces, cuando pienso en ella, me acuerdo de aquellas cabras que los griegos llamaban quimeras. Pero sea su locura de trigo de Matilla o de margaritas, tampoco penséis que es una mujer gota a gota, sino una mujer catarata, y quizá sea su secreto esa Victoria desencadenada, ¿pues sabéis lo que me da más tristeza, uno, que a veces es perito entre los tristes?


Hay tantas personas que teniendo las alas grandes les faltan las ganas de volar; hay tantas gentes que teniendo agua de sobra les faltan las ganas de beber, que me fascina el relámpago alegre de esta mujer que tenía alas, y agua, y sed, y ganas.








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