jueves, 2 de septiembre de 2021

POR QUÉ NO SOY CANÍBAL.

Hace ya dos años que ando jubilado, apartado de todo, lejano, indiferente a la mayoría de las cosas.


Se aprende mucho cuando decides que las cosas son como son. No siempre la vida se ajusta a los planes que uno sueña.


Nada de lo que me ha sucedido es fruto de un plan. Nada. Ni siquiera estar aquí, en Galicia. Y estar con la persona que estoy, que me está enseñando a ver y vivir las cosas de otra manera.


A veces pienso que cuanto menos creo en el libre albedrío mejor persona me vuelvo, menos plomazo, más sincero, dentro de la idea cada vez más arraigada en mí de que el idiota, en el sentido griego del término, idiota como alguien que no participa en los asuntos de la comunidad, es la persona de verdad vale la pena ser.


Porque nunca trata de colonizar las mentes de otros y causa el mínimo daño al planeta en el que ha nacido por casualidad. 


Mientras creía en el libre albedrío al ciento por ciento fui un fanático con el dedo índice muy rígido: tú pijo de Viaró debes dejar de ser pijo, tú facha debes dejar de ser facha, nacionalista independentista debes de dejar de tocar los pebrots, tú racista pégate un tiro, tú beato tírate por un barranco, etc. 


No digo que me haya curado del todo y no conserve aún algunas toneladas de intransigencias en mis silos, pero ya no soy el de antes. 


Desde hace un tiempo, cuando ando por allí me pregunto : ¿y si hubiera nacido yo en una familia de militares? ¿Y si hubiera nacido de una madre soltera que tuvo un lío con un cura? ¿Y si en la India de los bramaputras ? , ¿ o de un  Pope comunista en la Rusia de Stalin'


La falta de sentido histórico, el olvido del contexto donde nacimos y la creencia ciega en el libre albedrío son los puntos débiles de gran parte del pensamiento utópico, por eso a veces hay que hacer autocrítica. Si yo hubiera nacido en una tribu de caníbales…, no me hago ilusiones, seguro que yo sería de los que se come los trozos más tiernos de niños.


Y mira que me gustaría llevarme más miradas, algunos silencios cómplices, y saber que ese camino que se pierde hasta el río seguirá allí cuando yo no esté.


¡ Dios mío, con lo hermosa que es la vida y que tenga que terminar así!






1 comentario:

  1. ¡Magnífico!
    Esta reflexión deberían plantearla antes de terminar el colegio. Qué distinto sería todo
    Abrazo

    ResponderEliminar