Hay gente que dice " yo no sirvo para comercial".
No es cierto.
Todos somos comerciales de nosotros mismos, de nuestra gente, de nuestros valores, de nuestra manera de vivir.
Nos representamos hablando, vistiendo, con nuestros silencios, nuestros gestos y nuestras miradas. Esa es nuestra condición.
Mi mejor embajadora fue Manuela.
La verdad es que me vendía a los demás muy bien. Presumía de uno. Brillabas con ella. Era así con todo: su familia, sus amig@s, su pueblo, su lugar de trabajo .
Pero uno no era así, si fuese un traje, con toda seguridad, muchos clientes me rechazarían al ver las taras. Y si fuese un coche me llevaban al desguace.
Echo a faltar esos comerciales que presumían a gritos de uno como una feriante de mercadillo, "¡¡¡ mire mire mireeeee...¡ que está de oferta!!! Cuando con ellos podía con todo.
Hoy, ¡ gracias a Dios!, otra comercial va por estas tierras gritando mi nombre y presumiendo de un tarado.
Vivimos en un mundo donde el funeral importa más que el muerto, la boda más que el amor , el modelo de la madre más que el niño del bautizo y el físico más que el corazón.
Vivimos en la cultura del envase, que desprecia el contenido.
(Hice una primera etapa de la GR 99 y tuve que volver por causas ajenas a mi voluntad. Otra vez será)
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