Escribe Tomas Tranströmer , premio Nóbel de literatura , en "Visión de la memoria" sobre su infancia y juventud.
Cuenta su forma de escapar de los abusos de un chico mayor durante los años en la escuela primaria: «cuando se acercaba, yo fingía que mi Yo había volado lejos y que lo único que había quedado era un cadáver, un trapo que él podía manosear como quisiera. Entonces se cansó. Me pregunto qué ha significado para mi existencia el método de transformarse en un trapo sin vida. El arte de ser atropellado, conservando el amor propio”.
Y me acordé de tantos, y sobre todo tantas, que “fingen”...que “vuelan lejos” mientras alguien abusa de ell@s ...sobando un “cadáver, un trapo que se deja manosear”...
Hasta que se cansa de él, o de ella.
Un texto que duele...y duele cuando tú has sido ese trapo que se deja manosear y, sobre todo...ése manipulador que ha manoseado.
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