martes, 28 de septiembre de 2021

DOS HISTORIAS UN TANTO TANTI CONTRI.

 La historia me la contó un sacerdote. Había estado  veinticinco años en Nigeria. Allí atendía varias parroquias. 


Una vez el obispo le pidió que asistiera a una comunidad que se encontraba lejos, en el centro del país.  Llevaban años sin asistencia en sacramentos y la iglesia tenía muy abandonados a sus fieles.


Al llegar se encontró con un recibimiento impresionante.  Aquella gente había venido de aldeas muy lejanas pata festejar  la llegada del "padre". Fue toda una ceremonia alegre y colorida.


Al día siguiente le sorprendió la cantidad de personas que deseaban confesar antes de celebrar la santa Misa. Una cola larguísima de mujeres y hombres esperaban delante del confesionario.


- En una de las confesiones entró una señora mayor, una anciana. Y , para mi sorpresa, escucho que confiesa en latín sus pecados...¡en latín!...no podía creer que alguien que había nacido lejos de colegios , escuelas, que era analfabeta, pudiese hablar latín...


- ¿ Quién le ha enseñado a hablar en latín? - pregunté.


-  ¿ En qué? - respondió.


- En latín...es el idioma que estamos hablando ahora.


- Me lo enseñó mi ángel.


- ¿ Su ángel?...


- Sí, hablo con mi ángel desde muy pequeña, desde que dejaron de venir por la aldea los padres.


Cuando escuché la anécdota le dije al cura si no podía ser un  caso de posesión diabólica. Dicen que los poseídos hablan lenguas muertas.


- También lo pensé, pero no: era un alma muy delicada. Era muy de Dios esa señora.



Esta historia me recordó otra.


La anécdota  la contaba don Quico, sacerdote en Zaragoza, entonces  párroco en la  iglesia de  la santa Cruz.


- Una señora se acercó al  confesionario y pidió que la dirigiera  espiritualmente:" me ha dicho Jesús  que  lo haga con usted".


Don Quico  no  la creyó, pero  siguió un consejo pastoral para este tipo de gente que viene con visiones de Dios: darles mucha caña. Si  son santos  siguen, si es una histérica, desaparece.


La señora le comentó que todos los  días, desde hace años, después de recibir a Jesús en la Comunión  tenía largas conversaciones extasiada con Él. Don Quico  sí sabía que la buena mujer siempre  se sentaba en el  mismo banco después de comulgar , y allí se quedaba como encerrada en sí misma   hasta unos minutos antes  de cerrar al mediodía la Iglesia.


Una mañana le llamó alarmado el sacristán.


-  Oiga , que la señora del último banco está como una estatua, y no consigo despertarla. Me da un poco de miedo, la verdad. ¿Por qué no me acompaña?. 


Fueron allí y " la señora estaba como en estado de trance, dormida, con la cabeza sobre su pecho".


"Intentamos zarandearla, pero ni se movía...lo curioso fue cuando quisimos levantarla  entre  los dos y no conseguimos  alzarla  ni un centímetro del banco. ¡Y éramos  dos personas".


Entonces, así lo contaba , "despertó, nos  miró  perpleja, y comentó:


- ¡Uy, perdonen: me entretuve con  Jesús  más de la cuenta!.


Como  lo  contó, lo cuento. 


Hoy dos historias...largo salió .






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