Cuando alguien te hable de la muerte, de su muerte, de su enfermedad, no cambies de tema.
No te preocupes por lo que va a decir. Escúchale, tócale, acaríciale, muestra lo que sientes.
Comparte tus sentimientos de impotencia, de amor , de no saber qué cojones decirle , de cercanía. Admite que no sabes lo que está pasando, que no tienes todas las respuestas.
Reconoce que estás desconcertado, a veces impotente ante esa situación. Que tú también sufres.
Cuéntale que a veces te sientes culpable por estar sano, que incluso rezas pidiendo que esa enfermedad fuese la tuya. Que tú también tienes miedo.
Que esa confidencia que te hace el amigo es una forma de partir en dos mitades su alma, una para entregártela y otra para ser amada…
Esos sentimientos son normales. Compártelos. Sé muy sincero.
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