viernes, 22 de octubre de 2021

¡¡¡DEMONIO DE NIÑO!!!

- ¡ Demonio de niño!, decían mis tíos cuando me dejaban a su cuidado. Bien pequeño que era.


 Mi tía Paz intentaba tascar el freno y me embridaba el bocado con frases que me sacaban de quicio. 


«—Tú, quédate ahí quietecito.


Me contaba mi madre , pues yo no me acuerdo, que hubo días que me ataban a la pata de una mesa. 


Quietecito. El tiempo pasaba. Estarse quietecito para mi era asomarse dentro. Dentro todo era vasto, maravillosamente febril en mis imaginaciones llenas de aventuras .  Era la única manera de estarse quietecito.


Quietecito. Había muchas cosas en qué pensar. Estaban los pájaros, estaban los insectos, estaban las películas vistas, o algo que pasaba por allí.


—Cuando seas mayor te darás cuenta.


Ser mayor. Siendo mayor era fácil todo. Se podía tener todo, hacerlo todo. Dar un salto, salir a toda hora, hablar alto, pisar fuerte, encerrarse a hablar, echarse novia. Usar chaleco, tener reloj. Besar.


De pequeño no piensas en follar, eso es más tarde. Y, ahora, sesenta años después me doy cuenta , más aburrido. Porque follar es aburrido. Lo mollar era enamorarse, salvar  ala chica, besarla.


Los mayores lo tenían todo resuelto. Nadie les decía:


—Tú, estate ahí quietecito.


Quietecito. Por dentro nada quedaba quieto. Al contrario. Mientras más quieto por fuera más alborotado, a veces, por dentro. Era como un vapor, como una prisa, como una lástima de estarse perdiendo algo, qué se yo qué, que acababa por destaparse y dejar la pobre silla abandonada.


Y hoy...hoy ese niño me mira y me pregunta qué coño hice cuando salí de esos años azules.





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