viernes, 18 de febrero de 2022

DOS INSTINTOS QUE HAY QUE CONTROLAR.

Hay algo que uno aprende por sí mismo, y por lo que ha visto y conocido. 


Resulta que nos  han  dotado a las personas, incluso a las más exquisitas y poderosas , del mismo impulso.  Hasta ahora no ha podido ser controlado por la cultura , el Código Penal , ni por la religión con el pecado y la amenaza del infierno. 


En la rejilla del confesionario se susurran los mismos pecadotes. El sexo , que  produce placer y desolación, neurosis y felicidad, atracción y repulsa, violencia y ternura, amor y perversión. 


Ese instinto básico rompe todas las barreras del honor y del prestigio social; asoma por debajo de los ornamentos sagrados, de las togas de los jueces, de los uniformes más entorchados.


El albañal del sexo lo comparten papas y cardenales, artistas consagrados de Hollywood y académicos del Premio Nobel , políticos salvapatrias , con las manadas de los lobos violadores. 


A cualquier personaje lo puede convertir en un salvaje o sumirlo en el ridículo. El sexo hace débiles a los poderosos, puesto que los deja desguarnecidos a merced de espías, conspiradores y chantajistas.


En cambio, qué pocos confiesan su codicia   su envidia,  su orgullo   su soberbia.


Nos arrepentirnos de los pecados más disculpables...si lo son.


Pero lo que sé es lo siguiente : todo hombre que quiera tener una vida con sentido deberá  controlar dos instintos que son muy masculinos, el sexual y el agresivo.




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