jueves, 17 de febrero de 2022

LA USTIÉ DEL PADRE PERALTA.

A veces la vida se nos va de las manos. 


Iba a escribir " la última vez fue"....pero no, estoy lleno de últimas veces que la vida se me escapó como una trucha.


Una vez fue en los días en que Manuela estaba enferma, y cuando murió.  No estuve a la altura.  Sentí en el pecho cómo una piedra que lanzas al un pozo negro y muy profundo , y no llega al fondo nunca. Esperaba un  milagro y pensaba que llegaría. Que no sería verdad que esa enfermedad la mataría. Siempre he tenido una confianza absurda , infantil , en Dios.


Cuando murió me fui a beber solo por allí , mientras trataba de descifrar el panel que me tocaba en la danza de la muerte. Una tregua con las desdichas blandas, con la ansiedad, con las expectativas rotas, con esta fragilidad del espíritu. A veces pasa que somos transparentes y livianos, como el plástico que envuelve las lonchas de jamón.


La vida es una farsa donde se mezclan tragedia y comedia. Y así hay que tomársela.  El que siempre se muestra  con hondura y madurez, coñazo. El que se muestra en público ji ji ji, coñazo.  Resbalo muchas veces. Y, como el chiste sólo puedo decir " el titi no se cae, el titi se tira".


En  el colegio de los jesuitas había un  cura que se llamaba padre Peralta. Era un hombre muy principal, y se decía que le faltaba un tornillo. Un día nos vio riéndonos en misa y el tío, que era el que oficiaba,  se lanza a todo correr, revestido de morado cuaresmal, y llega a nuestra fila y se lía a tortazos a mano abierta con cada uno.  Y cuando le va a dar al de mi lado, el  chaval amaga, y me mete un guarrazo , cuando yo estaba en el siguiente banco, y estaba rezando a nuestro Señor, pidiendo un milagro. Que me aprobase, o algo así.


Como me pilló despistado, la ustié fue de campeonato olímpico de usties al viento imperio.


Aquel Suso era mi propia parodia. Pidiendo milagros mientras la vida iba por otro lado. 


No culpéis a los tíos como yo. Hacemos una labor social. Gracias a nosotros, muchos  parecen más listos de lo que son.  


Mi madre solía decirme cuando le contaba lo del cura, u otras que me sucedían sin mediar culpa mía «Estás todo el día inventando». Y  yo contestaba " que no, mamá, que no hice nada"., Y ella..." pues por las que hiciste y no te pillaron". 


Al final asumes el juego de la vida con menos solemnidad y más jarana. Por las que hiciste y por las que no. Tal vez un día quise ser una persona madura ,  pero la vida me puso cascabeles en el gorro y talco en el corazón, un imperdible en mi bata y mi nombre escrito en un cartelito.


Por eso me tomo esta vida con ligereza. Con responsable trivialidad. Me duelen las muertes sin rostro. Y la guerra que parece que llega.  No quiero ser un fantasma. No quiero los placeres del perro: comer, follar, dormir... Y ese precipicio por dentro. Y esa piedra que a veces cae a lo oscuro. Y esa ustié que no sabes por qué te la han dado.  


Pero, mientras tanto, a disfrutar lo que se pueda.


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