miércoles, 30 de marzo de 2022

TOCAR FONDO.

Hubo una época en mi vida que toqué fondo. Fue en Lérida. Allí fui destinado a galeras. Castigado. En Barcelona era director de un centro de bachilleres, trabajaba en Viaró, y me movía con desenvoltura pisando moqueta.


Por razones que no vienen a cuento , pero que tiene que ver con la doble vida,  me trasladaron a Lérida. Y allí estuve cinco años. El primero fue de arresto total: nada de charlas, ni darlas, ni recibirlas, nada de impartir medios de formación.  Profesor de Terraferma, de primaria, y vas que chutas. 


Cuesta asumir que no eres nadie. Y, sobre todo, el vacío, la falta de sintonía con la gente de mi casa. Y te rebelas. Me abandoné. Daba larguísimos paseos por la ciudad, que me conozco muy bien. Y regresaba con unas moñas de alcohol muy importantes porque, además, me dio por la Voll Damm con ginebra.  


Un día en un pub que abría a las siete de la tarde conocí a una chica. Sus ojos eran del color de las hierba de abril.  Las luces del pub le daban un brillo especial como de diamantes. Hablamos. Nos reímos. Era muy pija. Se llamaba Roser . Eran otros tiempos. Sin móviles. Le pedí un bolígrafo  al baranda de la barra un bolígrafo y un papel, pero no tenía. «No te preocupes. Dime tu teléfono y lo memorizaré», le dije. Me lo dijo tres veces. Me lo hizo repetir. Nos despedimos con un beso en la mejilla y el deseo de vernos. A la mañana siguiente, no recordaba ningún número. Nunca más la vi.


Debía de ser de Dios, que diría mi madre. De éstas me han sucedido unas cuántas.  Bastantes.


Una vez , hace años, tuve que hacer una confidencia espiritual con un tío muy importante.  Se llamaba Fernando Valenciano. Don Fernando. Era el que mandaba en el Opus Dei en todos los numerarios. O  sea, el One. Yo tenía a ese hombre por un santo, y probablemente lo fuera. Y me dije " habla con él a calzón quitao, cuéntale todo, ábrete, porn sobre el tapete de la sinceridad  quién eres.


Don Fernando era pequeñito, Una persona de mirada clara, muy atildado. Muy tieso.  Se  sentó como un indio navajo escuchando al cowboy que le vende un rifle. Sin pestañear, sin dejar de sonreír. Y hablé. ¡ Vaya si hablé!.


El hombre no dijo ni mú en toda la charla. Y al terminar me dijo " la verdad es que no te entiendo, pero supongo que si te han dado esta responsabiliad será porque te conocen". 


¿ Qué le había contado?. Pues que me gustaban las mujeres, que a veces uno haría cosas que avergonzarían a una vaca, que bebía, que me gustaba escaparme con el coche a perderme por carreteras con la música a todo trapo, en fin, "susadas".


Don Fernando era ingeniero , y después supe que un ingeniero es alguien que lo que no cabe en un excel, no existe. Y yo, ¡ay!, no quepo en un excel.


Al final uno entiende mejor a los ingenieros, y paga peaje de los cuadriculados.  Quizá la nostalgia, la mía, la de todos, es solo nuestro derecho a habitar el infinito. Otra cosa es el magma que llevamos dentro. Las decepciones, el dolor, las charcas, ese júbilo infantil, la envidia de lo que comen los cerdos. 


Siempre amé de oído y desafinado . Ella me dijo «me gustas mucho» y yo miré hacia otro lado. «¿Entonces hasta aquí?», me preguntó. Y le mentí.  Cosas que no se olvidan porque se han arañado dentro. Aquel bar  cerró poco después . Los carteles de «Se traspasa»,  como se traspasó nuestra cortísima relación . 


A veces en una curva en la carretera encuentras un ramo de flores. Alguien que murió allí. Esos años de Lérida pasaba por ese pub y hubiese   dejado  a los pies de la persiana metálica de mi particular ramo . 


No hace falta irse al Himalaya para descubrir lo idiota que fui. Basta con tumbarse y cerrar los ojos para ver. 


Incluso la sinceridad me resulta un castigo. «Allí donde la toques, la memoria duele», escribió alguien ¿Perdí aquella noche al amor de mi vida?


Pero sin don Fernando no me entendió, ¿ quién lo hará?




4 comentarios:

  1. Le diste las vacaciones al señorín!... Y a lo mejor no estaba dispuesto a que nadie turbase su "paz"...

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  2. Suso, muy interesante lo que cuentas hoy. Dices, metafóricamente hablando, que el primer año en Lleida fue de "arresto total"... pero no lo acabo de entender: ¿con qué fin se te impuso semejante régimen de vida? En otras palabra: ¿qué se pretendía? Parece difícil que algo positivo salga de un planteamiento así.

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  3. Lo digo veladamente... la doble vida

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  4. Desde Lérida, con amor31 de marzo de 2022, 0:54

    Voll Damm con Ginebra.

    Mare de Déu Nostre Senyor.

    La Roser en realidad era el tío que barre los pubs cuando ya se ha ido todo Dios. Sí, la de los ojos cristalinos de la hierba de abril, se llamaba Eustaquio.

    Lo del Valenciano, lo dejo para mañana.

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