La
vanidad es el amor a nosotros mismos.
He
terminado estos días de leer a Galdós y sus “Episodios
nacionales”, y estoy en las últimas dentelladas de “Avinareta el
conspirador”, de Baroja. Los dos son un mosaico apasionante del
siglo XIX español. Entre los dos se hace un recorrido minucioso ,
son alrededor de más de cincuenta novelas, cada uno en su estilo, de la vida
como río: el poder, el amor, las pasiones, las traiciones, la
vanidad, la fragilidad humana, la religión en todas sus formas...¡de
obligada lectura!
Es
lo de siempre. Poco hemos cambiado. ¡Pero qué bien contado!
De
todas las pasiones que se recorren en estas historias, la más
ridícula, la más corrosiva, la más ponzoñosa y estéril , es la
del afán de poder, y la recua de estupideces que la acompañan.
Las
que más mueven a compasión, ¡vaya descubrimiento!, las producidas
por la debilidad y la flaqueza de nuestra condición: el amor, y
sucedáneos fronterizos.
¡Cuidado
con Galdós y Baroja!: si quieres aprender a escribir allí tienes la
pauta. Si buscas el reflejo de nuestra historia, allí tienes un buen espejo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¡Se te entiende muy bien!
ResponderEliminarLos poderosos son muy controladores, y una de las maneras que tienen de controlar es sabiendo, perfectamente, de que pie cojea cada cual, que es lo que quiere cada cual, a que aspira cada cual, haciendo creer a todos los interesados que solo en su mano esta que ellos puedan alcanzar sus metas, obtener sus beneficios, etcétera. De esta manera se aseguran el apoyo incondicional pero interesado de las personas que les rodean.
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