Escribe
Foucault: «El poder, si se lo mira de cerca, no es algo que se
divide entre los que lo ostentan y los que no lo tienen y lo sufren.
El poder es y debe ser analizado como algo que circula y funciona
—por así decir— en cadena. Nunca está localizado aquí o allí,
nunca está en las manos de alguien. Nunca es una propiedad, como una
riqueza o un bien.»
Si
algo me han querido hacer ver en esta vida, a veces a palos, es que
el poder está en todas partes, rizomáticamente, incluso donde
parece que sólo hay servidumbre. En sociedades caciquiles se ve de
una manera palmaria: los dispositivos del poder permean la sociedad
entera, sin posición definida.
Los
rizomas son tallos subterráneos que crecen indefinidamente. En el
curso de los años mueren las partes más viejas pero cada año
producen nuevos brotes pudiendo de ese modo cubrir grandes áreas de
terreno.
¿Quién
no ha sufrido de pequeños jefecillos, serviles a otros caciques a su
vez dependientes de terceros más altos , en una cadena tan frágil
como un castillo de naipes?.
De
repente, cae el de arriba, o se produce un movimiento imprevisible, y
todo se va al garete.
Hay
gente que esto lo ve, y se amolda sin roces ni aristas. Las cosas
son así, y me ha tocado este papel.
Hay
gente que no lo ve, y viven en la inocencia.
Hay
gente que lo ve, y si puede, en cualquier momento te manda a freír
espárragos.
Me
preguntan estos días por uno que ha desaparecido en combate de
manera imprevisible. Pues allí tienes la explicación.
Creo que lo mas difícil en esta vida es alcanzar el equilibrio. Y el poder es una de esas cositas que hace perderlo con tanta facilidad...
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