domingo, 11 de agosto de 2013

TOCANDO EL PEBROTS

Observo en la paza de Arroyo un pequeño hijo de puta de apenas medio metro que va por las mesas de una terraza repleta de ciudadanos pacíficos tocando los pebrots.

Lleva una motaco de miniatura más grande que él. De esas que van con pilas y que el chaval, propulsado por sus piernas, acelera y derrapa entre alaridos como los del Espíritu Santo (que grita con gemidos inenarrables). Los papis tertulean en una mesa con otros papis.

Ellas son guapas, sexis, vestidas para salir al caer la tarde, morenas, minifalderas y con cara de cajeras de cierto nivel: Alimerka, Froiz, Hipercor, Aldi...Mercería Arroyo.

Ellos están más abandonados. Mal afeitados, pantalones de cuadros alegres y desenfadados de media caña , camisetas de manga tirantes con logos de fiestas locales, peludos, tatuados, algún barrigudo, xanclas, y con cara de palista, de municipal librando, de profesor del IES Compañero Stalin.

Les da absolutamente lo mismo lo que pueda tocar los cojones el Yoni. Hace miles de años también habría niños así, digo yo. Niestsche defendía que en aquellos años el hombre aprendió a prometer.

Eso quiere decir que aprendió a amaestrar sus impulsos. Aprendió que la libertad va al final, que no se puede tocar los cojones al vecino porque a mi me dé la gana.Tuvo que dominar la indomable voluntad humana que tendía a ir a su bola, y educarla para la vida en común, que era lo que entonces importaba, y mucho.

Y entonces, como ahora, el niño aprendió a obedecer. Primero a mamá. Si no le hacía caso, la madre amenazaba “¡cuando venga tu padre de cazar se lo digo!”. Y el niño, cuando veía regresar de la caza a su padre con los testículos de Unga Unga de pendientes, como amuletos, reflexionaba, y obedecía a mamá.

El deseo no se puede autolimitar. Todos tendemos a hacer lo que nos peta. La presión social, el juego de jerarquías, amenazas y ayudas, la necesidad de ser aceptado por el grupo, fueron las grandes educadoras de la desmesura impulsiva. La humanidad nació y lo primero que tuvo que hacer fue disciplinarse y embridar al individuo...

Y este chaval , posiblemente, ni tiene jerarquías (a lo mejor su padre no es su padre, sino un amigo de mamá), ni nadie le amenaza, ni le ayuda, se la bufa ser aceptado por el grupo, porque no hay grupo...y aquí lo tenemos, amigos, derrapando entre dos mesas, cayendo al suelo, tirando en su caída una cerveza y una cocacola...¡y vuelta a tocar los cojones!

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PANETE SE ACABA....

2 comentarios:

  1. En mi barrio, en mi propio edificio, que esta dentro de unos bloques con soportales, todas las tardes-noches del año disfrutamos de los varios juegos infantiles: Escondite a grito pelao; partidillo de futbol: Portería= puerta de acceso al garage metálica pa que suene bien y todos los vecinos nos demos cuenta que ha sido gol; sesion de skate board en baldoquín de acera bien sonante; bailes varios con canción movil a todo lo que da el celular... Aunque reconozco que el juego de más exito son los partidillos de futbol.
    Los papis-entrenadores vociferan desde la terraza de un bar muy cercano; por lo menos están algo pendientes. Hay chabalillos cuya filiación es desconocida. Alguna vez se oye a alguna choni gritar desde una ventana: Kevin! sube ya pa casa!

    Eso si, sabemos los dias clave: Cuando juega el equipo local o el Barsa, a veces tb con la selección.

    Yo intento contener en casa a mis crios, aunque a veces no sepa que inventar pa que esten tranquilos.
    Algunos vecinos desesperados increpan a los crios desde la ventana, la mayoría hacen mutis, Otros decidimos vallar los soportales pero no hay acuerdo común...

    En fin que me vas a contar.

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