viernes, 24 de abril de 2020

DEL 57.

Soy de la generación que llamaron el Baby boom. Esa generación de los casi tres meses de vacaciones de verano.

Familias grandes, de una hora  de digestión antes de lanzarnos al agua , siesta casi obligatoria . De viajes a Bielsa , siete en un seiscientos , cuyo aire acondicionado era bajar las ventanillas.

De esa generación que creció escuchando a  Lobo, a Roberta Flack, a los Puntos, o a Roberto Carlos , que se enamoró de Carolina de Mónaco . Que íbamos  al  cine cuando estaba en el centro de las ciudades. Soy de la generación que escuchaba  música en radiocasettes y rebobinó cintas con un boli Bic. 

Conocí  la tele con dos canales y en blanco y negro, programas de dos rombos. 

Soy de esa generación que ha jugado en la calle al balón prisionero, al escondite, al bote, a polis y ladros , al rescate, al churro va…y hemos salido ilesos. 

Formados para ser misioneros, o curas, o lo que sea que implicase dar la vida por un ideal.

Soy de esa generación que aún no fardaba  de marcas y las deportivas se llamaban "Maripís".  De uniforme  , una bata a rayas, de jesuítas. De calcetines que se comían los zapatos. De “cuelga, que llevas más de media hora al teléfono”.  Una generación de pecados mortales , de una sexualidad oscura, sucia, muy complicada.  

De escapadas para que no te pillaran, de muchas mentiras, de vergüenzas, de descubrimientos inocentes. De una rebeldía   hacia los padres rabiosa, cruel a veces, muy injusta.

Y aquí estoy, recordando grandes momentos.

Y recordando, recordando… he de reconocer que lo he pasado bien. Muy bien. Somos una gran generación.


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