domingo, 26 de abril de 2020

EL AMOR DE CARNE Y HUESO.

La historia vale la pena recordarla.

Eros y Psique se encuentran en la noche, sin saber quiénes son, y se aman sin llegar a verse. Para volver a encontrarse, Eros le pone a Psique una condición: no pueden verse, ni preguntarse quiénes son; sus encuentros sólo pueden tener lugar en la oscuridad de su cueva. La muchacha acepta resignada, pero muy pronto comprueba lo difícil que es cumplir esa promesa, pues cuanto más ama a Eros más desea verlo (y en griego la palabra ver y la palabra idea tienen la misma raíz, como si el pensamiento fuera una forma de visión). 

Y una noche Psique esconde entre sus vestidos una lámpara. Espera a que su amante esté dormido y la enciende para contemplarle. Pero la llama calienta el aceite y, en un descuido, una gota cae sobre la piel de Eros que, al despertarse, la descubre mirándole. Implacable, la castiga, apartándose de su lado. 

Psique enloquece de amor, y los dioses se apiadan de ella y la transforman en una mariposa.

Eros y Psique representan los dos tipos de amor. Eros no quiere conocer el rostro. Le basta el cuerpo, los besos, las caricias, nada de personalizar eso y ponerle nombre. Pide la fusión completa con lo amado; se conforma con su vecindad

Eros, digámoslo ya, es un machote. Le bastan con sus encuentros ardientes en la oscura cueva de deseo. Como dice alguien  " todas las mujeres son la misma para mi. Solo es distinto el rostro  para poder distinguirlas".

A Psiqué lo que le importa es el tú.  Psique está encantada con esos encuentros, pero también quiere tener lo que ama al despertarse por la mañana. El primero se pregunta por lo que quiere, el segundo por lo que encuentra. Uno quiere perder por completo la razón; la otra encontrar ese tipo de razón que sabe pedir a la vida lo que ésta te puede dar.

Cuando Calixto se encuentra  con Melibea   y ella, dulce y solícita, le pide que no tenga tanta prisa y que no hace falta que le rompa la ropa mientras la desnuda, Calixto por toda respuesta compara su cuerpo con el de un ave, y el acto amoroso con un vulgar atracón. "Señora, el que quiere comer el ave quita primero las plumas".

Ya lo veis, Eros y Psiqué.

¿Hay otra forma de amar? ¿Puede Eros dejar de estar cabreado y echar un cigarrito  después de follar y pedir que le dejen en paz?

¿ Puede Psiqué esperar un poco a que ese animalito  se calme, recapacite, se deje ver, comprender y querer?

Gloria Fuertes tiene unan poesía maravillosa titulada " el el árbol de mi pecho".

En el árbol de mi pecho
hay un pájaro encarnado.
Cuando te veo se asusta,
aletea, lanza saltos.
En el árbol de mi pecho
hay un pájaro encarnado.
Cuando te veo se asusta,
¡eres un espantapájaros!

¡ Es el amor alegría!: allí está la clave. 

Porque el otro...es un amor de carne y hueso.

Cuando el amor escoges,
        -o te escoge-, 
y te sale amor de carne y hueso. 
Cuando es amor de carne, después
se queda en eso, 
    (¡Vaya hueso!)
Y a ver quién ya lo roe, 
si no hay diálogo luego,
y se aburre contigo alma mía,
 porque era sólo eso:
una carne, un rollo, un hueso;
y de tu alma nada, 
nadie reparó en ella, 
y menos,
ese bellísimo y funesto 
amor de carne y hueso.

----------------------

Hay nueva entrada en la Recomposición de la Crisma...AQUÍ






No hay comentarios:

Publicar un comentario