jueves, 16 de abril de 2020

Y NO TERMINAR DE DESPEDIRME...

Estoy viendo The Crown.

La serie es maravillosa. En todos los sentidos. 

Hay una escena que me tocado especialmente. Sutherland, un afamado pintor, ha recibido el encargo de retratar a Churchill. . 

El capítulo trata de la decadencia y la fragilidad de ese hombre.  En realidad, toca muchos temas. También de como todos  nos aferramos a lo que sentimos que nos hace grandes cuando llega el final. Pocos logran entender que ya se acabó. Pocos lo  logran porque sienten que es el final sin haber llegado el final. Porque, aunque aceptemos la muerte o la vejez, no aceptamos nuestros límites, ni el cansancio, porque hacerlo sería aceptar el final de una vida que aún no ha terminado.

Churchill confiesa una intimidad a Sutherland : pinta muchas veces un estanque que mandó construir en su casa al perder a una de sus niñas, para mitigar el dolor.   Y no consigue reflejar  lo que quiere en esos cuadros que pinta y pinta  tantas veces.

El pintor le hace ver que ese estanque oculta todo su dolor, su desesperación, toda la carga acumulada por años. Conmueve  ver a este anciano descubriendo su realidad, su sufrimiento, su lucha contra la vejez, su espacio de evasión y enajenación. Inconscientemente su necesidad de expresión artística le llevó hacia ahí, a la creación de algo bello para ocultar su alma atormentada.

Por la noche me derrumbé. Recordé en la duermevela, como , sin darme cuenta, de un modo instintivo, después de la muerte de Manuela, muchas de las fotos que tomaba tenía que ver con su ausencia , con mi dolor,  no sé cómo escribirlo, un reflejo de la herida que me consumía.

No era un estanque , como en Churchill, eran árboles solitarios, muchos raquíticos, puertas rotas, casas abandonadas, mendigos callejeando, pájaros solitarios, caminos que iban a ninguna parte...














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