sábado, 11 de abril de 2020

MIENTRAS ESTÁS EN EL SEPULCRO.

Hace años tuve un cruce de caminos. Fue duro tomar una decisión que sabía iba a doler a gente que me quería bien, y yo a ellos.

Se trataba de volver a empezar. 

Uno no las tenía todas consigo. Es más, ni siquiera pensaba que las cosas fuesen a salir bien, ni en lo profesional,  ni en lo personal. Me sentía muy mal, inseguro, con mucho miedo.


El último día, por la noche, tuve una conversación, no sé cómo definirla...el último salvavidas que se lanza a un hombre que ha abandonado el barco y bracea  a la deriva.

- Te veo dentro a los sesenta años en un puticlub contando tu vida a una fulana, alcoholizado.

- Yo también- contesté.

Había leído muchas veces , y las había repetido a otros, las frases que se aplicaban a los que se encontraban  en mi situación. 

“No encontraréis la felicidad fuera de vuestro camino, hijos. Si alguien se descaminara, le quedaría un remordimiento tremendo: sería un desgraciado. Hasta esas cosas que dan a la gente una relativa felicidad, en una persona que abandona su vocación se hacen amargas como la hiel, agrias como el vinagre, repugnantes como el rejalgar”.

Alguien escribió que las palabras tienen alma.  Estas son demoledoras. 

Aquella noche lloré mucho. No veía salida por ningún lado. 

Hoy la iglesia  recuerda algo que en su día debió desolador: Jesús ha muerto.  Un fracaso total. Una estafa. Todo fue mentira. Y se ha ido de la peor manera: todos los poderes le han  condenado, políticos, religiosos, sociales...un paria.

No sé en qué situación estás ahora, pero allá va, seas quien seas.

 El sufrimiento es mudo. 

El sufrimiento no deja ninguna huella y basta que los que te rodean miren a otro lado para que sus efectos desaparezcan. 

Nadie cuenta la historia de la gente que sufre, niños con hambre, personas solas, náufragos  de proyectos vitales ,  padres que comen su pan con lágrimas mientras sus hijos mueren en los arrabales de la droga, madres  separadas  en el paro, o tú, que te falta espacio, que no puedes más.

 Nadie quiere escuchar su historia, porque hacerlo supondría tener que preguntarnos, por ejemplo, si tal vez pudimos hacer algo para evitar su sufrimiento, y si acaso no somos responsables de él por nuestro silencio. 

Salió mal, es verdad. Y cuando salen mal las cosas, y estás a solas, y te dicen que vas a ser un desgraciado, y que te vas a arrepentir toda la vida, que no dan una perra gorda por alguien como tú, sólo queda irte a ese sepulcro que hoy llora , callar, y esperar.

No salgas de allí. Espera. No te preocupes...pronto  escucharás " ¿ qué quieres? " , que es la pregunta que siempre hace ese  Hombre.

Ya lo verás. No tengas miedo.  



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