En mi primera adolescencia, cuando despertaba a la pubertad aún llegué a conocer las “casas de mala vida”.
Lo de “mala vida” era un eufemismo . Eran casas de putas.
El proceso de seducción se hacía en los bares o en la calle .
En las antiguas “casas de lenocinio” existían figuras bien curiosas. Una de ellas era la “madame”. La otra el “palanganero”.
La “madame” era una prostituta retirada que había hecho su agosto y cumplía un papel multifuncional, en parte protectora, en parte corruptora y en parte explotadora.
Algo parecido a lo que en política vendría a ser la Montero.
El “palanganero” procuraba servicios de higiene personal, para los que iba provisto de una palangana y de una toalla. Habitualmente era un perdedor que malvivía de las propinas del cliente.
El oficio ha desaparecido, aunque hoy ver a Pablo Iglesias negociando con Sánchez recuerda el extinguido oficio.
La política tiene sus propios palanganeros. La diferencia respecto a sus predecesores es que no son marginales, sino que ocupan el puesto en plenitud de funciones, orgullosos de su servilismo.
Richard Brooks dirigió un interesante western titulado “Los profesionales”. Hacia el final de la película se entabla un afilado diálogo entre uno de ellos (Lee Marvin) y el potentado que les ha encargado una sucia operación fallida. En él el potentado recrimina al profesional su actuación con estas palabras: “Es usted un bastardo”.
A lo que el primero contesta: “Sí señor. Pero en mi caso es un accidente de nacimiento. Usted se ha hecho a sí mismo”.
Self made bastard; conozco a unos cuantos.
ResponderEliminarTú no conoces a nadie, subnormal.
EliminarNo acabo de entender tanta contradicción: todos parrecemos ser unos hijos de puta a ojos de alguién y todos somos hijos de Dios a ojos de otros. Ergo, todos los hijos de Dios ¿somos unos bastardos?. ¡Eso parece!
ResponderEliminarEn tu caso, es así
EliminarSer hijo de Dios es de fe, ser un hijo de puta es nuestra pasta primordial.
ResponderEliminarDice el “entendido” que en mi caso sí. Pues deduzco que debo ser hijo de su misma madre, aunque quizás él no la conozca. De ahí su paranoia. Le podría recomendar un buen psiquiatra, lo necesita.
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