Nacemos sinceros de cuna. Prueba de ello es que para aparentar lo que no somos los humanos vamos a escuelas de arte dramático. Hay que ensayar para impostar afectos y formas de ser que no tenemos.
No son pocos los que asisten a cursos para aprender cosas como "ganar amigos e influir sobre las personas". Muchos másters tratan, de una u otra forma, de esos temas.
Una de las personas más inquietantes que he tratado se matriculó en uno de esos cursos. Lo que le hacía aterrador era la forma de mirar que consiguió adiestrar. Intimidaba.
No es fácil sostener la mirada en otra persona durante más de cinco segundos. Este lo conseguía. Y, además, sin parpadear. Al principio no sabes qué tiene un hombre así. Sientes un algo perturbador, amenazante, pero no sabes qué es. Gracias a la mirada somos capaces de observar las características de las demás personas y de transmitir sentimientos. Es como un canal no verbal para comunicar intenciones.
Pero cuando ese canal es tan insistentemente fijo...tienes la impresión de hablar con un robot.
Todos los excesos son malos. Yo creo que hay que aprender a medir el tiempo del contacto visual con las demás personas. Te puedes pasar o quedar corto. Si te pasas, intimidas. Si te quedas corto, das la impresión de falso, tímido, o raro.
A mi esta persona llegó a darme miedo. Me lo imaginaba acostado en la cama con los ojos abiertos, vidriosos, mirando fijamente al techo.
Leo que se realizó un experimento con 498 participantes de 56 nacionalidades diferentes. En el grupo había 224 hombres y 274 mujeres de edades comprendidas entre los 11 y los 79 años.
Los participantes se tenían que sentar en frente a una persona, con la cabeza apoyada para evitar los movimientos y rodeados de una cortina opaca para que no hubiera distracciones.
También reprodujeron vídeos de ocho actores distintos.Durante cada clip de vídeo, el actor miraba a los ojos del participante una cantidad de tiempo variable, entre 100 y 10.300 milisegundos.
Tras ver cada uno de los vídeos, los voluntarios debían expresar, pulsando una tecla, si el actor le había mirado durante demasiado tiempo o muy poco en relación en relación con lo cómodo que se sentía.
Se concluyó que el espacio de tiempo en el que podemos mirar a otra persona a los ojos sin que se sienta incómoda, amenazada o excluida está entre los 2,6 y los 4 segundos y el tiempo perfecto sería durante 3,3 segundos.
Este del que hablo sobrepasaba los cinco segundos.
¡Buf!
¡Coño! ¡Es verdad!
ResponderEliminar