A veces uno se hunde. No es gran cosa.
Creo que estoy hipotecando la vida de los que me rodean , y siento que la enfermedad avanza de un modo devastador, que se acercan los días de una dependencia que será pesada y difícil.
Me he dicho que estoy aquí como quiera que estoy, con todo el amor, y todo el respeto. Que serán la comadrona de mi alma, que me asistirán a nacer a una nueva vida, libre de ese cuerpo, radiante, feliz.
La ventaja de esta enfermedad es que tiene una etapas que hay que recorrer, donde hay tiempo para muchas cosas. Vas haciendo las maletas poco a poco, preparando la mudanza, desprendiéndote de tantas cosas que miras, las lloras, las hueles, las recuerdas...y las tiras, porque no te van a servir de nada.
Vamos, que se te está empezando a apretar el traserillo
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