Ayer fui a un lugar que llaman Las brañas. Está en Padrón. Allí se encuentra uno de los humedales más importantes de Europa. Es un lugar con mucha magia. El río Ulla pasa muy cerca, y allí desemboca el Sar.
Estuve paseando y rezando. El lunes me confirman un diagnóstico que , en fin, ya contaré. Parece que el contador comienza a cronometrar hacia atrás. Eso nos sucede a todos desde que nacemos, pero la cosa cambia mucho cuando te dicen " te toca".
No pido una curación. Sólo saber estar a la altura, y no perder el buen humor, seña de identidad de cuna.
Cuando el médico me dijo lo que había recordé el día que me anunciaron en el colegio del Salvador , en Zaragoza, que repetía curso. Fue en marzo. El cura le dijo a mis padres " haga lo que haga este chico tiene que repetir". A partir de entonces , ya no se contaba con uno, no importabas a nadie, ni siquiera se preocupaban por preguntarte , parecías invisible y uno no tenía nada que hacer….
En fin, parece que no hay salida.
Después fui a Padrón. Estaba petado de peregrinos que hacen el Camino portugués. Mientras me tomaba una cervecita uno de ellos hablaba por el móvil en el velador de al lado. Un Coronel Tapioca batido al Decatlón. Un tío muy principal, parecía.
- ¡Pues le dices que se lo decimos por las buenas, pero que si es por las malas, ya sabe a qué atenerse!
No me gustó. No lo que dijo, sino el que me enterase de una conversación que no me importaba. ¡Me estoy muriendo, coño!
Al terminar le miré:
- Creo que no debería amenazar, no sirve para nada. A ese hombre lo que hay que hacer es cortarle los cojones directamente.
- ¿Perdón?...¿le conozco?
- No. Pero tampoco usted a mi y me he tenido que beber esta cervecita escuchando una conversación que me pareció no era privada. Quiero decir, que como que había confianza para que le diera este consejo. Déjese de cuentos y córtele los güevos.
El hombre cayó en la cuenta de su chulería, o no, pero se largó con viento fresco.
Por cierto, vale la pena visitar Padrón.
Quizás porque me he visto un par de veces así llegué a la conclusión de que la vida es como cuando te invitan a una casa, todo muy bonito, muy bien, pero no es tu casa. Y vas devolviendo, dejando todo lo que has disfrutado. La tan cacareada dignidad no radica en ser independiente, y la tienes mientras lo seas, la dignidad está en cómo uno trata a los demás y dándola a los demás, te la das a tí y la tienes. Un abrazo
ResponderEliminarGracias por comentar... Interesante
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