jueves, 25 de agosto de 2022

¡AY DE LOS RICOS!

Desde que vine aquí me resulta  fácil callar, estar sereno  y tranquilo con mi gente. Soy entonces calma, paz,  serenidad, perfecto dueño de mí mismo.


Pero con los poquísimos seres que no me interesan… soy una convulsión, un grito, sangre aullando. Por ejemplo, los ricos piadosos, los codiciosos beatos que rezan a un dios que no existe. Porque su dios no existe, por más que comulguen, por más donativos que den, por muchos retiros que asistan, confesiones semanales que susurren, o jaculatorias que musiten.


Todo es falso. Su fe se alimenta de su estiércol, que es el dinero. Parece mentira, tanta desmemoria sobre lo que significa la riqueza para ese Dios que dicen adorar. No hay exorcismo para el demonio de la hipocresía. No hay sanación para esa lepra que se maquilla detrás de  misas, de pertenencias al Opus Dei, o a Emaús, o a Caminos Neocatecumenales, o lo que sea que disfracen y  perfumen el hedor que esconden debajo de modos burgueses. 


Dais asco. No servís para nada. Sois basura.  Estoy convencido que sois un mundo réprobo, condenado, un espejo de mierda donde Jesucristo no puede mirarse sin sentir miedo, como en Getsemaní.


Idiotas. Carcomidos por vuestros escrúpulos - habría que escuchar vuestras confesiones- rezáis a un Crucificado que hace de la pobreza su bandera. El pobre siempre vencido, escarnecido, abofeteado, violado, maldecido, destrozado, pero sin morir jamás, arrojado a puntapiés debajo de la mesa, como una basura, sin tener una sola hora de tregua. Y  Jesús, el mayor Pobre, sigue en la Cruz. Su agonía durará hasta el fin del mundo. 


¿De verdad no lo veis? 


La fe no es algo amable y aburguesado. Los principios en los que cabalga estos ricachones piados son corceles de la muerte. Estar con esta gente, sé de qué hablo, es vivir entre escolopendras y  chinches . 


Todo mi desprecio hacia estos pudientes, usureros y tenderos. Asco. 


Y si hay infierno, a los ricos se les tiene reservada la Morada de los Alaridos y de los Terrores. No hay riqueza legítima: el rico es una fiera inexorable, que nada puede detener.  La dicha del rico tiene como sustancia el dolor del pobre, que él disfraza de falsa compasión. La muchedumbre infinita de los desesperados pide techo y pan, pero el rico tiene el corazón duro y no se apiada.


Me escribes que no entiendes que me has hecho para tanto desprecio. A mi nada. Pero no soporto tus mentiras.


Llevas los valores de los cerdos 






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