sábado, 27 de agosto de 2022

EL CASCABEL AL GATO.

Todas las instituciones que he conocido, o en las que he trabajado , son  una regla . No hay otra forma de entenderlas, si queremos que funcionen. 


Pero las instituciones son procedimientos  que se han mostrado fructíferos y útiles a la hora de hacer algo, y que cristalizan para asegurar la permanencia de su eficacia y utilidad.  Son  conjuntos de normas con las que se han logrado determinados resultados.


Se llamen Alessa, Serunión, Viaró,  Fomento, Institució.


Dentro de ellas hay gente que va por el libro, de raíl, a piñón fijo, y gente que no, que entiende la empresa, pero sabe distinguir el grano de la paja.


Uno ha tenido la suerte de encontrarse  personas que han sabido sacar  lo mejor de uno. Mi mejor jefe en Lérida era un hombre absolutamente opuesto a mi y, sin embargo, terminamos siendo complementarios.


Pero también he padecido el desprecio de los rígidos. Y allí el choque de trenes fue , siempre, inevitable.


Todas las instituciones tienen el poder de  garantizar y atender a las demandas existentes. Y si eres un cuerpo extraño, te eliminan.  Pero tienen muy escasa capacidad de atención a las demandas nuevas. Eso le sucede a muchas empresas donde , al final, hay golpes de estados internos de gente que abandona el barco y busca nuevas historias, o funda algo nuevo.


Esto en el mundo de las monjas es muy llamativo. ¡ Cuántas congregaciones nuevas se han iniciado por fundadoras renovadoras que han mandado a la mierda a la superiora!


En Serunión tuve un director que era un auténtico hijo de puta, un perro que iba a morder  sin piedad si te veía débil. Me dijo que tenían pensado despedirme de la empresa - habíamos sido absorbidos en una compra .


- Pero nos dimos cuenta que tienes algo que  te hace distinto. No hay nadie como tú, y no lo encontraríamos. Y es que sabes hablar con las monjas y los curas como nadie,  Entiendes su idioma.


Me nombraron " Responsable Comercial de Relaciones Institucionales con la Iglesia". Así rezaba mi tarjeta.


Este hombre un día me preguntó:


-  Me gustaría conocer a tu mujer. De verdad que me encantaría saber quién le puso el cascabel a ESE gato ( y en el "ESE" me señaló con el dedo.)



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