Hicimos una ruta de senderismo por lo que llaman La espesura ".
Pretendíamos hacer una ruta circular . Un paisaje muy fino y algo abrupto. Nos internamos en un bosque . El paisaje inicial, recordaba al de mis años en Bielsa ese que tiene una atracción vivísima.
La senda del bosque está sembrada de herraduras de caballos, y hendiduras en el barrizal de ruedas de carros. Hay unas flores moradas y malvas. Hace una mañana muy bien dibujada. Desayunamos al lado de un pozo. Un buen bocadillo de embutido de la tierra con agua fresquita. La soledad , y el silencio, eran fascinantes.
Al llegar a un repecho vimos un grupo de unas cuatro personas que nos pidieron diéramos la vuelta. Al parecer , se había suicidado alguien y estaban esperando la llegada del señor juez a descolgarlo de la rama del árbol. Efectivamente, a pocos metros un hombre estaba suspendido en el aire. Iba descalzo. Tenía la cabeza inclinada hacia el lado opuesto del nudo. Abotargado y azulado. La lengua le colgaba flácida.
Nunca había visto un ahorcado. Lo que más me sorprendió fue el color de sus calcetines: gris perla. Eso aumentaba la desolación y la tristeza de aquella alma.
También me impresionó ver un grupo de niños, parecían gitanillos, jugando muy cerca de donde se encontraba la figura pendiendo del suicida. Desde donde estaban ellos podía verse la silueta inquietante del desgraciado.
No sé dónde leí que en las guerras y grandes catástrofes siempre se encuentran niños entregados a sus juegos. Unos se bañan en las calles que el agua inunda. O se deslizan por los tejados hundidos por un bombardeo , y otros más en levantar sus cabañas entre las vigas . Incluso quien aparece vestido con las ropas de un soldado muero desfilando marcialmente a modo de broma.
Me reconocí en ellos: también uno ha construido sobre las ruinas del corazón humano.
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