martes, 23 de agosto de 2022

SUSCEPTIBLES Y CASCARRABIAS.

Hay gente que  se siente ofendida por nimiedades. Se llaman  susceptibles, maliciosos, picajosos, quisquillosos.


Puede ser un familiar , un amigo, un jefe o compañero de trabajo.

El enfado ante las actitudes de los demás es una pura elección. No es un sentimiento . Lo  mismo que perdonar, que es una decisión . Hay personas que no se inmutan por nada, mientras que otras saltan ante cualquier comentario, gesto o mirada que interpreten como hostil.

Traté un jefe  que era pequeño de estatura. Llevaba muy mal  su condición  canija. Bastaba que alguien se le quedase mirando fijamente  , se mosqueaba, y soltaba : ¿qué  miras, hijo de puta?.

Los gruñones  son incapaces  de ponerse en el lugar del otro. Y , además, no tienen  sentido del humor. Todo lo filtran según lo que harían ellos, y cualquier cosa que se salga de su propio código de conducta lo interpretan como un ataque.

Lo que te ofende sólo contribuye a debilitarte. Si buscas ocasiones para sentirte ofendido, las encontrarás cada dos por tres. Y, lo que es peor, los demás, que conocen tus puntos débiles , no harán más que  buscar sacarte de quicio.

Un director de un colegio era bruxista. El bruxismo es es un hábito involuntario de rozarse  los dientes   sin propósito alguno. El ruido que producen es un rechinar de  los molares horroroso  que el protagonista  no oye, pero sí los que le rodean. Este hombre , cuando se sentía  contrariado, rechinaba como el ronquido de un jabalí. El deporte de los profesores consistía  en llevarle la contraria. Y el director aparentemente  no decía nada, pero se oía una intrabucal desencadenada : ¡¡¡CROTOCROC, CROTOCROC, CROTOCTROC!!!

Un  ejemplo. Hay quien es un "prisas intenso"  en su trabajo:  contesta los mensajes de su smartphone de inmediato, no deja un correo sin responder al segundo de recibirlo, necesita reunirse ya  ante cualquier aparente  urgencia  . Ese tipo de  gente le parecerá una falta de educación que el receptor no reaccione hasta varias horas después.

La ofensa no es tal. El ofendido presupone que su interlocutor no tiene ganas de contestar.

Otros motivos de suspicacia pueden ser una respuesta demasiado seca por parte de alguien o en un tono de voz inadecuado.

Con los años la mayoría de la gente  hace cuero ,   desarrolla  callo . Pero hay  algo infantil en estos bebés de  “piel fina”  :

Un comentario  desafortunado despierta ofensas pasadas, que  a veces  terminan en una yogurtera mental de agravios  inventados. Se camuflan  en el papel de  víctima pensando   que aquello ha pasado deliberadamente para humillarle. Ese infantilismo les lleva  a estúpidos  deseos de venganza, o al ridículo “silencio castigador” para hacer notar al otro que nos ha herido.

Pensar que quieren hacernos daño es demasiado. Nada de lo que los demás hacen es por ti. Lo hacen por ellos mismos.

Detrás hay una  falta de sentido de humor  sideral . Es en el  humor  donde  está  la solución. Mirarnos a nosotros mismos como en una película nos hará ver  la comedia en  la que estamos inmersos y  la tontería  del guión que representamos.

Un secreto: no te tomes nada personalmente.

Tu rabia, tus celos y tu envidia desaparecerán  si no te tomas nada personalmente, incluso tu tristeza desaparecerá .

Alguien lo dijo: esperar que el mundo te trate bien porque eres una persona honesta es como esperar que el toro no te embista porque eres vegetariano. A veces la gente necesita mentirse a sí misma más que ninguna otra cosa, y cree que tiene derecho a ser feliz, a que le quieran, a que esta vida  no duela.

Pero duele, ¡ay si duele!

1 comentario:

  1. ¡Buenoooo! Aunque los hay que ponerser delante del bravo para ser embestidos es lo suyo.

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