miércoles, 17 de agosto de 2022

MUCHO CUENTO.

Leer a Proust es desesperante . No hay más que leer los detalles que ofrece de su infancia supuestamente,  desgraciada.


Yo en casos como los de él  me pongo de inmediato a favor de su familia. Hay gente que es experta en dar pol culo. 


Sucede lo mismo con Kafka: no hay más que leer los debilísimos argumentos que da en su Carta al padre para ponerse de inmediato a favor de su padre. 


Las “tragedias” que sufría Proust me recuerdan a Viaro´s que conocí, profesores incluidos ( en realidad en todos los colegios había una buena colección de Prousts ): son gente que vivían dramáticamente una infancia que no fue dramática. ¡Qué panda de niños mimados es esta de los pijos, que siempre andan sufriendo naufragios sin haberse subido al barco!


Para que se me entienda: lo último que puede hacer alguien, lo más bajo de todo, es tratar de ganarse a la gente con el azúcar negro del victimismo. 


Son como esos que escriben sobre  el suicidio y parece que no tenga forma de evadirlo. Y se pasan toda su vida alertando de que viene el lobo que-viene-el-lobo, ¡y el lobo no viene! 


¡ Cuento!. 





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