Llevo años, cerca de ocho, desde que falleció Manuela , que dedico mucho tiempo, charlas, oraciones o pensamientos a personas fallecidas que me resultan muy cercanas. Tan cercanas que puedo y me gusta llamar “mis muertos”.
Uno habla con sus muertos.
En muchos lugares de España hay gente que habla de " mis muertos". Y en otros, como en Andalucía, van juntos “mis muertos”, “mi madre”, “mis cojones”. Son los tres pilares de la sociedad antigua y quizá de la actual, las tres raíces sobre las que se pronuncian los juramentos, a las que se glorifica y se agradecen los triunfos y sobre las que se maldice cuando se odia y se quiere maldecir a alguien.
“Te lo juro por mis muertos”, “te lo juro por mi madre”, o, simplemente, esto es “por mis cojones”. Con eso se certifica que lo que uno dice es verdad, y de lo que se ha hecho, y el cumplimiento de la promesa pronunciada. “Viva la madre que te parió”, “olé, tus cojones”, son expresiones de alabanza.
“Me cago en tus muertos”, “me cago en tu puta madre”, es la maldición que quiere aniquilar hasta en sus raíces la acción y la persona que nos han causado un daño.
Cuando uno habla de mis muertos suelo hablar de mi padre , y de las personas con las que he compartido la vida: Manuela, Josefa, Jaume, Joaquín, Joan Valls... Ellos también son “mis muertos” porque parte de mi vida está unida con la de ellos y se fue con ellos. Porque ellos siguen dando fuerza todavía ahora a los latidos de mi vida y están aquí conmigo.
Precisamente por eso les puedo llamar “mis” muertos, porque hay una parte de mi vida que esta tan trenzada con ellos que no la poseo solo como mía, y por eso cuando se mueren, al irse amputan una parte de mi vida, aquella que habíamos compartido y protagonizado juntos.
Por eso al permanecer yo, ellos permanecen también conmigo. Y te recomiendo que trates a los tuyos. El cualquier caso, para mí es quizá uno de los mayores consuelos, poder honrar a mis muertos, recordar nuestras penas y nuestros afanes compartidos, también para pedirles perdón , en fin, vivir para contarlo, para “prolongar el eco de sangre a que respondo”.
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