sábado, 28 de enero de 2023

COMO HACER EL NOTAS Y MORIR EN EL INTENTO.

Decía Julio Camba que el ser del artista era una profesionalización de la tara psicológica. Puede ser. Aunque pienso hay profesiones, por llamarlas de alguna manera, que hay que estar como un cencerro para llevarlas a cabo. Por ejemplo, ser fundador de algo.


José  María  Casciaro , en una tertulia que asistí, afirmaba de  san Josemaría que, además de genio era un santo, y las dos cosas juntas le hacían una persona muy especial.  Sin duda lo era.


Lo que es cierto es que había conductas en él que se le toleraban porque  se le consideraba un santo, y sus extravagancias formaban parte de su ser.  Se comentaba una anécdota del santo  que ponía la gallina de piel: como era excepcional se permitía hacer excentricidades. Una de ellas consistía en de cuando en vez avalanzarse sobre un crucifijo que consideraba desacertado y romperlo delante de la concurrencia estupefacta, mientras aclaraba que no se trataba de un acto de herejía, sino de un desvelo porque las imágenes sagradas fueran dignas. 


Eso se aceptaba porque era quien era. Lo divertido es que en cierta ocasión un cura numerario de a pie pretendió imitarlo en un colegio, ante el asombro, pasmo de la concurrencia. Un puntazo.


En el caso de san Josemaría la gente al verlo, o al escuchar esa anécdota, pensaba " ¡ es un santo!"!. En cambio , en un sacerdote mindungui, un profesor de un colegio, o un cualquiera, la gente piensa que está como una puta cabra.


También se contaba un suceso peculiar - la verdad es que era muy habitual escucharla en alumnos que habían estudiado en el Colegio Romano . Era frecuente que en en medio de una tertulia se les quedase mirando en silencio y, de repente, decía:  " os quiero más que vuestras madres". 


Esa frase le debió conmover especialmente a un profesor de Viaró cuando la leyó en alguna biografía. Y el notas, sin cortarse un pelo, repitió en un estudio en el colegio a treinta morlacos del entonces 8º de EGB.


-  ¡Os quiero más que vuestras madres!


La frase le metió en un buen lío con algunas madres, por cierto.


En san Josemaría, en fin, tiene un pase, pero en un profesor...para tirarlo de lo alto del campanario , como a la cabra.



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