En mi segunda vida en Sant Cugat , después de décadas sin estar juntos , fui invitado a cenar en casa de un antiguo alumno . Me encontré con la agradibilísima sorpresa de estar acompañado con cinco más.
Nada dura para siempre, excepto los recuerdos que guarda el corazón. Y la memoria de unas canciones que no se olvidan.
Todos nos conocimos en el siglo pasado. Y hoy todas esos días azules de la infancia son una bella historia. Hubo un tiempo en que las risas se escuchaban en los pasillos del colegio. Las tiendas de chuches aún vendían esperanza . Cantábamos a la chica de los ojos de color amarronado.
Eternas tertulias donde guitarra en mano nos emocionábamos con las ballenas que desaparecían por falta de escrúpulos comerciales. Éramos felices. Hoy esos días de una inocencia maravillosa sólo son nostalgia.
Desde el balcón se veía el Tibidabo iluminando la noche . Allí hay una noria que se asoma a Barcelona. La vida del hombre se reduce sólo a dar unas cuantas vueltas al sol haciendo el idiota durante el viaje. Y ya que estamos, al menos pasarlo bien. Uno se encarama a esta noria sideral, se da unas cuantas vueltas en la bola , que no suelen pasar de ochenta en los casos de buena salud, y luego el colega se apea por el escotillón de la fosa.
No es poco.
Mientras tanto hay un baile fastuoso y macabro sobre la piel del planeta. Cantábamos , y la política, héroes, villanos, apóstoles, miseria y gracia , profetas, románticos , asesinos, gente de bien, y mala gente , giran por el espacio a bordo de la Noria.
Nosotros somos afortunados. Y es responsabilidad nuestra dejar este mundo mejor que lo encontramos.
El mundo es un mineral en órbita lleno de monos cuyas pasiones tienen la duración de una cerilla.
Unos han estudiado en los Jesuitas de Sarriá . Otros han nacido a unos cientos de kilómetros al sur y tienen gusanos en el culo. La vida consiste en ir dando vueltas al sol entre un griterío de crímenes , blasfemias, y plegarias.
Tampoco la historia es una gran cosa. Si uno pusiera a sus antepasados en fila india, a cuatro generaciones por siglo, al final de una pequeña cola, no tan larga como la del Corte Inglés en rebajas, encontraría a Platón con una sábana y los pies sucios , o a Jerjes dando cera a los espartanos. Y un poco más allá, según se mira a la derecha, estaría ya un chimpancé matándose de risa , causante de este follón .
El carbono 14 con que se mide la escalofriante brevedad de los fósiles, nos hace ver que esto de aquí es fugaz. La carrera espacial, que nos ha enseñado a vernos desde fuera de la pelota en que vivimos , ha hecho que nos percatemos de que en la nave donde el hombre cabalga fugazmente o se salvan todos o no se salva nadie.
A veces pienso que somos los - ¿afortunados?, ¿desgraciados?- que nos han dado un ticket en el parque de atracciones de la vida que sólo nos da derecho a unas cuantas vueltas en el tren de la bruja, que de vez en cuando pasa por el vagón metiendo zurriagazos con la escoba.
Pero somos unos afortunados. Mirando brillar el santuario en la noche , y sus atracciones .
Tan solo una mirada, una sonrisa y poco más…. Grandes recuerdos!
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