Cuando voy a casa de mis padres me chifla repasar los álbumes de fotografías. No me cansa. Como no me cansa recordar . Me sigue fascinando el sonido de las páginas , con ese plasticurri que hace un ruidito como de velcro al separarse unas de otras.
Los ojeos con fascinación. Y aprendo. Tomamos fotos como un billete de regreso a momentos que, de otra forma, se habrían ido para siempre. Hay instantes de sosiego, como pausados, detrás de esas instantáneas . Mi madre se pasó muchas horas descartando las que han salido mal. Eligió las más divertidas y mejores , las pegó con cuidado para que no queden torcidas.
Después iba cambiando criterios: las cronología de lugares, fechas, celebraciones, primeras comuniones, veranos en Bielsa.
También le dio por dividir los álbumes por hijos. Un pasado encerrado en tomos de color rojo , unas vidas vividas de un modo visible, apiladas en la estantería del salón. Al alcance de nuestras manos. Y, sobre todo, de nuestros corazones.
Ya sé que pensaréis que soy un nostálgico. Lo soy, pero no es eso. No es un ejercicio de añoranza. Es mirar , contemplar, y sentir que hubo un tiempo en que uno fue muy feliz, y guapo, y bueno. Los cedés que escuchábamos. Los libros del comedor. Las 1080 recetas de Simone Ortega. El transistor Lavis , que mi madre estrelló contra mi cabeza y que dejó de funcionar para siempre ( ¿ pero usted qué ha hecho con esta radio?" , le preguntó el técnico). De la cocina, donde mi padre hizo una mesilla de madera para acompañar a mi madre mientras fregaba los platos. Los cuadros que mi madre colgó en esas paredes con los bordados de punto que hizo. Las cartas que les mandábamos a casa cuando jugábamos en el Barbastro Fútbol Club. ¡Dios mío, qué cartas!
No hay que avergonzarse de nada. Ni siquiera de haber querido- no soñado- darle la vuelta al mundo como a un calcetín.
Todo ese mundo , toda esa vida, duerme aletargada en esos álbumes. Ahí el amor , ahí el perdón, ahí nuestras biografías, ahí los sueños rotos , ahí las lágrimas de tus padres. Hay los rosarios por el hijo que vive en el desvarío, ahí los consejos de la madre , ahí la alegría , ahí las canciones que habrán de romperte el corazón.
Nada permanece. Nos persiguen esas miradas, esas risas, las canciones en el coche , de vuelta a casa.
Al final descubres que una flor no se cultiva con ideas sobre la botánica sino con agua, luz y paciencia, mucha paciencia, día a día.
Todos tenemos nuestros tiempos.
Por eso regreso a mirar esos álbumes de fotos de mi familia, para no olvidarme de cómo era , que hubo un tiempo pausado en el que la vida era pura alegría.
Que buenas las 2 fotos Suso. En mis tiempos en el Barbastro C de F coincidí 2 años en La Farga con tu hermano Chema y aun hoy le recuerdo con mucho cariño.
ResponderEliminarChema es la puta élite. Un incunable del género humano
EliminarSiempre pensé que si todos los pitufos fueran como Chema el Colo Colo de Sant Sadurní iría como un cohete y sería imparable. Homenaje en lo alto, honor y gloria. Admiración y respeto gordo para tu hermano. Reconocimiento muy merecido.
ResponderEliminarSi se organizara una cola para agradecer lo que Chema ha sembrado de bondad, de ejemplaridad, de alegría, se formaría una cola que daría diez veces la vuelta a la Tierra, o ir y volver dos veces al sol.
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