Cerca
de casa hay tres niños que acaban de empezar a ir a la guardería.
¡El
cambio es increíble!
Por
primera vez las criaturas sienten que hay alguien más que ellos en
la vida. Hasta un día antes, eran los reyes de la casa: lloraban, y
se les atendía inmediatamente, reían, y todos, alborozados, les
hacían monerías acompañando sus gracias, señalaban un objeto, y
se les entregaba sin dilación...¡los amos!
De
repente, descubren de una manera violenta que los demás también
experimentan deseos y sentimientos distintos a los suyos. ¡Ya no
eres el puto amo, ni la más guapa de la casa! Por todas partes se
les imponen distinciones: lo que creo yo y lo que creen los otros,
lo que quiero y lo que sucede realmente, lo mío y lo de los demás,
los deseos y la acción, la apariencia y la realidad.
Que
la mayoría mantenga una cierta estabilidad mental y cordial en este
mundo complicado demuestra una vez más su genialidad. Hay que saber
perder. La inteligencia comienza a socializarse.
Aparece
un mundo nuevo, que te va acompañar el resto de tus días. Son “los
otros”, con los que tienen que establecer intercambios continuos,
reglas de juego, modos de diálogo y convivencia, o, por el
contrario, de enfrentamiento y dominio.
Aparecen
los chulos, las más guapas, los más listos, las más pijillas, los
vagos, las tímidas, los anárquicos, las de papás preocupados por
la formación de sus hijos, o los que se la suda todo...
Aparece
un niño feo y cabezón que le empuja y echa de la silla y le grita
«¡¡¡Esto es mío!!!» Y nuestro vecinito, acojonado, no dice nada, y le
queda claro que ese sitio “no es suyo”..
Pero
poco a poco va adquiriendo una idea de sí mismo, en la que se
mezclan muchas cosas, pero algunas muy importantes para el resto de
sus vidas: la capacidad de decisión y acción, y el modo en que se
juzga a sí mismo, lo que suele llamarse autoestima.
¡Ay,
qué dura es la vida de mis vecinitos!
Buenos días Suso, me marcho a enseñarles a convivir, hoy me siento más valorada
ResponderEliminarpétalos de rosa
Interesante entrada que promete dos más.Es un tema que vivo a diario con dos peques y nunca terminas sabiendo suficiente.¡Pendiente de las entradas que faltan!
ResponderEliminarLourdes
¡Buenos días Lourdes, y bienvenida al Barullo!
EliminarHoy toca currar en Madrid.
Lo de que "nunca terminas sabiendo suficiente " es cierto, pero tampoco hay que saber tanto.¡Huye de los cursos para padres, y sus modalidades!
Tus padres, y los míos, y millones de ellos en todo el mundo, lo hacen muy bien sin asistir a Cursos de Orientación Familiar, negociete de caraduras para ingenuos "preocupados por la formación de sus hijos".
Sólo saber que Tomás López Pizpireta imparte uno de esos cursos pone la gallina de piel,je, je.
El Evangelio de hoy habla de Jordi Pujol. aunque no tiene que ver con la entrada..
ResponderEliminar“Jordi Pujol obtuvo un pastizal de un pelotazo de uno de sus fils y se puso a pensar: ‘¿Qui faré doncs, perque no tinc on posar tanta pasta? Ya sí qui faré!: ho posaré en la Caixa de pensions del meu amic Isidre. I em diré descansa, come, bebe y date una vida da puta mare’. Pero Deu li vaig dir : ‘¡ruc!, aquesta nit cascas. ¿Para qui serán tot aixó.?...¿pal Artur?
¡Buen lunes, Petalín!
Eliminar¡Molt bona la parábola!, ¡dalló mes actual!
¿Es necesario que te metas con Tomás?
ResponderEliminarEn verdad en verdad es justo y necesario, lo, jo.
ResponderEliminarTomás sigue escribiendo sus caquitas todos los días como hace años, sólo que ahora es eliminado,je,je. Ayer mismo, sin ir más lejos. Y antes de ayer, ji, ji.
Si el Barullo fuese una guardería - a veces lo parece- Tomás sería el típico niño chivato, que iría ala profe (que sería su mujer, que es profesora de niños, encima) a decirle que "Suso ha dicho tal cosa, profe", "Suso ha escrito tal otra, Seño", "Suso se ha tirado un pedo", "Suso ha copiado"...
El problema es que el niño tiene cincuenta años,ju ju.
El problema, amigo, es que es gilipollas.
ResponderEliminarladran, luego cabalgo con gloria
EliminarHombre.... con gloria no se, egg
EliminarDisculpa Suso, pero con tu entrada de hoy lo que demuestras es que de niños que empiezan a ir a la guardería sabes más bien poco, por no decir nada.
ResponderEliminarFdo. ex bético, ahora sevillista.
Disculpado,ex bético, ahora sevillista
EliminarTú, que parece que sí sabes, fuera parte de decir que sé poco, por no decir nada, cosa que es verdad, ¿podrías dar tus razones?.
No hace falta que te quites el imperdible con tu nombre ecrito en el babero para contestar.
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EliminarLa cosa es que ellos saben perfectamente que en el mundo exterior todo es frío y hostil, pero que cuando vuelven a casita todo vuelve a ser lo que era. Cuando mi hija mayor empezó a ir a la guarde cogía el chupete ¡¡Chuic, chuic, chic!! le daba tres o cuatro caladas profundas y lo dejaba con una mirada lánguida sobre la mesa de la entrada. A la vuelta empezaba a correr desde la esquina de nuestra calle a una velocidad asombrosa para alguien que lleva pañal hasta reunirse de nuevo con el objeto de su adoración: ¡¡Chuic, chuic, chiiiiiiiic!! Los fines de semana sólo se lo quitaba para comer. Incluso para reírse o pedir cosas lo llevaba ladeado en la boca, como lleva Popeye la pipa. Yo jamás le dije que no podía llevar el chupete a la guarde. Ella lo sabía. Con esa sabiduría secreta que tienen los enanos para afrontar a "los otros"
ResponderEliminarDe niños sé poco, pero de mayores sí sé algo más, aunque mi lugar de trabajo se parece bastante a una guardería.
ResponderEliminarEn mi opinión educar es hacer de los niños personas independientes, de carácter. La consecuencia para los padres es que un día se irán de casa. Y eso cuesta: tenerlos cogidos toda la vida -sea bajo el yugo de la herencia, de la empresa familiar, o simplemente con la manipulación de la enfermedad o de la soledad, o con la promesa de la salvación eterna (esto último en familias neuróticas)- es muy tentador.
Porque el niño busca la seguridad de su mundo, y para él también es tentador quedarse en un entorno (aparentemente) seguro.
¡Menudo temazo!
ResponderEliminarTambién yo pienso que en el trabajo se reproducen, a otra escala, el comportamiento de las guarderías. Esta el vago, el agua mansa, el prepotente, el abuson, el listo, el pelota, el tonto, el líder, etcétera.
Pero no necesariamente el que empieza de una forma termina de la misma, y eso es una maravilla!!! Hay que tener esperanza!!!
Hoy he recogido a mi hija de la guardería. Pocas cosas tan reconfortantes (y mas ahora) que ver la cara de tu hija cuando te ve y se pone a correr hacia tí.
ResponderEliminarCursi pero cierto.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con que las clases para papas son un sacacuartos, mediocres y ramplonas a mas no poder, como todo en el Betis. Los papas se sienten responsables y no quieren sentirse culpables por no haber puesto todos los medios a su alcance.
ResponderEliminarTambién creo que son un medio para que los niños se desarrollen a "la carta". Y también, porque no decirlo, sirven para que los papas se creen un ambiente "bien" con otros papas, etcétera. Tengo una hermana en ese "plan" y no sabe la pobre en la que se ha metido...
Tomás López Pizpireta , te he eliminado porque eres tonto hasta cuando quieres parecer serio.
ResponderEliminarHola.
ResponderEliminarUn otrora muy buen amigo (y añora, supongo) tuvo un hijo después de muchos problemas para ello. Es psicopedagogo, título obtenido después de muchos, muchos años de trabajar con bajitos sin ningún tipo de título. Ha pasado el tiempo pareciendo duro ante su pequeñajo (muy majete y con una mala hostia-perdón Jose A., que te sé sensible para estas cosas- impresionante). Simplemente, lo que hacía era acostumbrarle a esperar cuando pedía algo. Conozco a mi amigo y es un monumento al sentido común, la inteligencia y los buenos sentimientos. Y me hizo saber de lo positivo que era enseñarle a recibir el vaso de agua pedido cuando su padre acabase de hacer lo que se traía entre manos.
Esta entrada me ha recordado eeso.
me alegro de que este colega pudiese al fin tener su retoño, porque sería de los que dan brillo a la condición de padre.
Desde que te he leído hablando de niños he pensado que tal vez hubieras sido otro de los muy buenos padres quee hay por ahí. pensándolo bien, tampoco lo veo ya tan claro.
Me atrevo a preguntar, ahora que no nis oye nadie: ¿tú que crees?.
Calculo que mi curiosidad no te molesta y por eeso pregunto.
Saludos
"Cuando un niño te pida una manzana, no se la acerques. Llévale hasta ella y que la coja, así aprende que las cosas no se dejan dar órdenes" (Descartes).
ResponderEliminarLeyendo lo de tu colega, me acordé de esa frase.
No contestaste a mí pregunta, malandrín...
ResponderEliminarTampoco tenías por qué.
Un abrazo ende Nápoles.