martes, 25 de agosto de 2015

ÁNGELES.

Contaba  el amigo  sacerdote de Nigeria una  historia  inolvidable.

Allí la gente tiene fe. Cree. Y esa  fe se toca , y la viven con una naturalidad  profunda  y sencilla. 

- Aquí,en Europa, la gente, incluso  católica, no cree. Ni siquiera  en cosas  tan serias como  la existencia real de Cristo en la  Eucaristía. Es un "bueno, sí, más o menos", pero allí es algo que puedes palpar. Por eso no conciben una misa de una hora. Eso les parece  una pachanga. Y, desde luego, si piensas en el sentido profundo  de una Misa, con mayúsculas, pues entiendes  que lo celebren de verdad,sin medir el tiempo. Es una fiesta.

Un  día , en una tertulia desenfadada a media tarde, contó que en África es muy normal  que la gente trate con ángeles.  Es algo muy habitual ese trato. 

Una mañana   una anciana fue a pedirle dirección espiritual y , ¡ podéis imaginar su  sorpresa! ,  la señora se dirige a él en latín.

- ¿Quién le ha enseñado a usted  a hablar en latín?- le  preguntó.

- Mi ángel.

- ¿Sú  quién?...

- Mi ángel. Desde  muy pequeña hablo con él y lo hacemos en latín.

Como  lo contó , lo cuento. Y  él la   creyó. Estuvo años  acompañándola espiritualmente.


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7 comentarios:

  1. Intuyo que el número de ángeles es una constante universal, independiente del número de humanos.
    Creo que son inmortales porque tienen la capacidad de pasar de un alma a otra.
    .Y estoy seguro que usan la notación binaria para manifestarse, es decir, a lo largo de tu vida ves uno o ninguno.
    ....
    Estamos tan lejos de comprender su naturaleza, como la del mal.
    Seguramente debemos comprender primero el funcionamiento de nuestro propio cerebro, y sacar a la luz una teoría unificadora de la energía.
    Y aún así, le vamos a tener que echar bastante imaginación.

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  2. Sin imaginación , ¿dónde iríamos?.

    Si no puedes imaginar un centauro, o sea, un caballo con torso de hombre , y unos cojones de tigre, andando como un pingüino, planchádose la minga, ¿qué haces aquí abajo?

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  3. Sin imaginación , ¿dónde iríamos?.

    Si no puedes imaginar un centauro, o sea, un caballo con torso de hombre , y unos cojones de tigre, andando como un pingüino, planchádose la minga, ¿qué haces aquí abajo?

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  4. En verdad los ángeles existen.
    El otro día en la playa, uno me sirvió una caipiriña en un chiringuito.
    ...
    Estaba deshidratado, el poniente pegaba no veas; y un viento cálido y africano invitaba a lanzarse al mar y llegar a Pernambuco nadando.
    Legué al chiringuito, donde una pareja de ancianos alemanes contaban el pasar del tiempo con un pedazo de cronógrafo Longines comprado en Hamburgo.
    Y entonces la ví.
    Camarera rubia, valenciana; con un estilo que paqué. Lo que se dice una presencia atronadora.
    Tras beberme un litro de agua; comprendí que aquel no era día adecuado para morir.
    Luego la valenciana puso jazz en el equipo del chiringuito; un Ray Charles a 50 watios por canal, que parecía que tocaba a tu lado.
    Entre la música, la caipiriña y la valenciana, perdí la poca vergüenza que mi alma alberga; y le pedí una servilleta y un boli.
    Le pedí al ángel que escribiese tres palabras importantes para ella; puso: mar; amor y Dios.
    Así; que empujado por la caipiriña, con la ayuda de Nuestro Señor y un deseo irrefrenable de conquistar el Everest; le escribí un cuento a capela.al ángel del Señor.
    ...
    Dios es inteligente, y sabía que yo necesitaba una descarga de emociones ese día. Así que cruzó en mi camino al ángel rubio, que mantenía una sonrisa panorámica de doscientos grados, de forma natural.
    ...
    Me despedí del ángel y seguí caminando por la playa.
    A la hora del ocaso, me paré a bañarrme.
    Y allí, enmedio del Meditarráneo, rodeado por la Creación, recé una breve oración muy sentida.

    Como si la bóveda celeste fuera la mejor de las iglesias nunca construidas.

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  5. La diferencia entre los ángeles y las almas de los difuntos es que los ángeles no sufren por nosotros, mientras que los muertos abandonan la tranquilidad que se les ofrece para estar pendientes de nosotros.

    Cerca de mi casa hay una nave industrial rehabilitada como centro de la "Iglesia anabaptista del Pentecostés del séptimo día", o algo parecido, punto de reunión de inmigrantes africanos. Los domingos hacen una celebración matinal que dura tres o cuatro horas. Acuden los africanos de toda la ciudad: familias enteras bajando de filas de taxis. El africano tiene un concepto tan excelso de la celebración litúrgica que cuando va a misa lo hace en taxi, como el burgués a la ópera. Se abren las portezuelas de los taxis y van saliendo los hombres trajeados y encorbatados, tan sobrios como elegantes –yo pienso que no hay raza más elegante que la negra–. Luego los hijos, también trajeados y encorbatados. Y por último las hijas y las madres, ondeando al viento sus enormes túnicas amarillas y naranjas. Durante la celebración, los niños se quedan fuera, dando patadas a piedras con sus zapatos, corbatas y trajes, jugando a una modalidad de fútbol que no consiste en meter más goles sino en ir corriendo en tropel tras las piedras pataleadas. Desde dentro de la nave industrial se escucha durante horas un coro de berridos orgiásticos y extasiados –quien ha visto el comienzo de „La reina de África“ sabe a qué me refiero– potenciado por una megafonía ensordecedora. Terminada la celebración, cuando los africanos abandonan la nave, pasan al lado de los tres o cuatro curiosos que nos hemos detenido a observarles, ignorándonos olímpicamente como si no existiéramos.

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  6. Suso, qué sabes de Garabandal? es de Dios?

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  7. Algo supe. Estuve allí hace años.

    No lo vi muy de Dios. Gente rarísima.

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