lunes, 24 de agosto de 2015

MEMORIA DE NUESTRA BIOGRAFÍA.

Siempre me llamó  la atención  encontrarme chavales  que desconocían  como se habían  conocido  sus padres, o mejor decir, cómo se habían  enamorado. A nosotros  en  casa nos gustaba escuchar esas  historias  , muy  parecidas  unas a otras  y tan  distintas.

Muchas veces  he pensado que  para ser una madre , un padre que deje huella, hay que  tener el valor de hablar  sobre  los días  más alegres y los  tristes de  nuestras vidas. Tener  la  valentía de  contar nuestros fracasos, dificultades. También de nuestros sueños  de entonces.

Educar es, también,entrar  en el mundo de otro. 

Estos meses  he regresado al  pasado a  través de antiguos  alumnos. Y  he descubierto que  lo  que  queda en todo  el  mundo  son los afectos, la  vida que   se  ha  aprendido  gracias  a  vivirla  a través de  canciones, de experiencias , algunas realmente muy poco  edificantes.  A  diferencia  de los ordenadores nada  de lo  que se almacena en nuestra memoria es  voluntario.

Curioso. He perdido  perdón a varios de estos alumnos, y ninguno recordaba el  motivo de mi falta.

En los ordenadores decidimos qué guardar  , en la memoria  humana   no depende  de  nuestra voluntad. No sabemos  lo que quedará o no registrado, pero es seguro que nos habrá afectado, y mucho. 

Es  la emoción la que define la calidad  del y  la  intensidad del registro  en nuestra memoria. Por eso no  olvidamos  nuestro  primer amor  (¡ains, Matilde!).

El amor, el  odio, la alegría, la  angustia, el miedo, producen unos  registros  intensos, con  mirador a la plaza desde el balcón de nuestra  memoria.  

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EN LO SECRETO

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