Estos días tienen la virtud de descubrirnos el derribo interior de esta sociedad que se ocultaba detrás de una fachada impecable, sin una sola grieta. Hemos descubierto qué se ocultaba detrás de muchas residencias de mayores. Un egoísmo atroz. Todo era una inmensa barricada , un telón de acero.
Las imágenes de esos ancianos muriéndose en el olvido de los suyos permiten ver cómo nuestra sociedad triunfadora con ínfulas y una patina de falsa piedad no era más que una sentina de nosotros mismos.
En cuanto la mujer, o el marido, llega a casa y encuentra a la suegra, al suegro, al mayor, que se ha meado encima, o se ha ido en mierda , comienza la cuenta atrás.
- Así no- comenta alguien.
Nos avergonzamos de ellos.No queremos ver la decadencia de las arrugas y de la muerte.
La epidemia castiga al abuelo. Lo aniquila, Ya nos pasó con los Downs. Nada es nuevo. Es el critario eugenésico : la enfermedad se ceba en su fragilidad y en sus años.
Tranquilos , esta es una enfermedad de viejos y de abuelos. Que les den pol culo.
Tranquilos , esta es una enfermedad de viejos y de abuelos. Que les den pol culo.
Muchas residencias son morgues. ¡ Qué mierda!, ¡ pero qué mierda! Nuestros abuelitos son un estorbo . Nosotros, que aspiramos a la inmortalidad, cuerpos neumáticos de cirugías en espiral.
Cascan nuestros viejos en sus residencias. Y tenemos aislados a los yayos en sus casas. Porque forman parte de la población vulnerable y sensible. ¿ Sensible?, ¡ ja!. No hemos hecho otra cosa que insensibilizarnos. Carne vieja. Que les den.
Pero esta epidemia es la leche y castiga a todos. Pensábamos que el precio a pagar al coronavirus eran nuestros mayores.
Aquí no hay categorías de aptos e inaptos.
Somos como manadas d elefantes gilipollas A nuestros agüeletes los hemos enviado al desolladero de los humano, los hemos alejado de la manada, como hacen los elefantes con los suyos que agonizan.
Somos como manadas d elefantes gilipollas A nuestros agüeletes los hemos enviado al desolladero de los humano, los hemos alejado de la manada, como hacen los elefantes con los suyos que agonizan.
De verdad...¡ qué mierda, qué asco!
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