La exconsellera Ponsatí, una abuelita con cara de buena persona, ha escrito un un tuit a propósito de la angustiosa situación que se vive en Madrid, con el triste récord de contagiados y fallecidos por el Covid-19 “De Madrid al cielo”. Puigdemont, otro cobarde como ella, no ha tardado en retuitearlo.
¿Qué hay en esos corazones sectarios , conciencias podridas que no sienten piedad hacia los que sufren, los enfermos, incluso los que mueren?
Eso sí, esta gente sí que lloran cuando bailan una sardana, se les eriza la piel al ver una estelada , o gimen con gemidos inenarrables con los presos del prusés.
Son los mismos - ¡ los hemos visto!- estremecerse al estrechar la mano a Torra ( ¡ lo he tocado, lo he tocado!) Los que ploran cantando el Rosa de abril. . O sea, que parece que se emocionan.
No te engañes. Eso no es tener sentimientos. Eso no es tener moral. Son enfermos. También Hitler lloraba escuchando a Wagner, o acariciando un niño.Y Stalin. Y cualquiera de los monstruos que habitan las cárceles.
Hay quien piensa que los hijos de puta tienen cara de hijos de puta. Pues no. La Ponsati parece muy buena persona. La verdad, vista así, como en la foto, parece una agregada viuda del Opus Dei. O una catequista tocando la guitarra en la misa para niños en una leprosería en Burundi. O una seglar consagrada del Instituto de las Madres Estreñidas del Santo Sepulcro.
Pues no señor. ¡ Jódela!, que dicen os maños.
Su condición farisaica y sectaria es inmune al dolor , el de verdad, el que te puede llevar a la muerte. Es la de el fariseo que ve al herido camino de Jericó y piensa " ¡ aquet no hi es dels meus! ". No conocen la piedad que tiene entrañas de generosidad. No se trata tanto de aquello que dicen querer, sino de lo que odian.
Entre ellos - los he conocido- hay gente entregada a Dios, incluso en celibato apostólico, incluso sacerdotes y religiosos- que se creen superiores, sin saber que están muertos.
Se cisca uno en esa religión, en ese dios, y en toda esa mentira.
¡ Qué contraste con la bondad que ha brotado de esa misma sociedad que sabe cómo pocas dar de sí lo mejor que tiene!
“De Madrid al cielo”, invoca unos privilegios de casta y desprecia todo y a todos mientras sus propios compatriotas luchan para salvar vidas de enfermos. Esos ángeles con batas blancas que están al borde del agotamiento, o esos policías, funcionarios, pequeños comerciantes o gente de a pie que se desvive por auxiliar a la persona mayor que vive sola, la madre que tiene a sus hijos en casa, la persona con minusvalía que precisa que le hagan una gestión.
¡Vaya ganas de emponzoñar ! Muchas gracias, señora. Carente de corazón, solo pueden usar su mala leche y potar su bilis emponzoñando el océano de bondad que ha brotado de una sociedad que sabe cómo pocas dar de sí lo mejor que tiene.
También la suya, señora. También la suya.
El gozo de vivir está en no causar daño a nada ni a nadie. Los dirigentes separatistas, algunos incluso afectados por el virus, dan preferencia, sin embargo, al odio incluso ante las puertas del desastre.
De verdad, ¡ qué pena!
¿Qué hay en esos corazones sectarios , conciencias podridas que no sienten piedad hacia los que sufren, los enfermos, incluso los que mueren?
Eso sí, esta gente sí que lloran cuando bailan una sardana, se les eriza la piel al ver una estelada , o gimen con gemidos inenarrables con los presos del prusés.
Son los mismos - ¡ los hemos visto!- estremecerse al estrechar la mano a Torra ( ¡ lo he tocado, lo he tocado!) Los que ploran cantando el Rosa de abril. . O sea, que parece que se emocionan.
No te engañes. Eso no es tener sentimientos. Eso no es tener moral. Son enfermos. También Hitler lloraba escuchando a Wagner, o acariciando un niño.Y Stalin. Y cualquiera de los monstruos que habitan las cárceles.
Hay quien piensa que los hijos de puta tienen cara de hijos de puta. Pues no. La Ponsati parece muy buena persona. La verdad, vista así, como en la foto, parece una agregada viuda del Opus Dei. O una catequista tocando la guitarra en la misa para niños en una leprosería en Burundi. O una seglar consagrada del Instituto de las Madres Estreñidas del Santo Sepulcro.
Pues no señor. ¡ Jódela!, que dicen os maños.
Su condición farisaica y sectaria es inmune al dolor , el de verdad, el que te puede llevar a la muerte. Es la de el fariseo que ve al herido camino de Jericó y piensa " ¡ aquet no hi es dels meus! ". No conocen la piedad que tiene entrañas de generosidad. No se trata tanto de aquello que dicen querer, sino de lo que odian.
Entre ellos - los he conocido- hay gente entregada a Dios, incluso en celibato apostólico, incluso sacerdotes y religiosos- que se creen superiores, sin saber que están muertos.
Se cisca uno en esa religión, en ese dios, y en toda esa mentira.
¡ Qué contraste con la bondad que ha brotado de esa misma sociedad que sabe cómo pocas dar de sí lo mejor que tiene!
“De Madrid al cielo”, invoca unos privilegios de casta y desprecia todo y a todos mientras sus propios compatriotas luchan para salvar vidas de enfermos. Esos ángeles con batas blancas que están al borde del agotamiento, o esos policías, funcionarios, pequeños comerciantes o gente de a pie que se desvive por auxiliar a la persona mayor que vive sola, la madre que tiene a sus hijos en casa, la persona con minusvalía que precisa que le hagan una gestión.
¡Vaya ganas de emponzoñar ! Muchas gracias, señora. Carente de corazón, solo pueden usar su mala leche y potar su bilis emponzoñando el océano de bondad que ha brotado de una sociedad que sabe cómo pocas dar de sí lo mejor que tiene.
También la suya, señora. También la suya.
El gozo de vivir está en no causar daño a nada ni a nadie. Los dirigentes separatistas, algunos incluso afectados por el virus, dan preferencia, sin embargo, al odio incluso ante las puertas del desastre.
De verdad, ¡ qué pena!
Ojalá algunos entiendan que a estos miserables no les importa Cataluña o su independencia. Y, ojo católicos indepes piadosos, tal vez un día des tu voto a unos tíos que no les importará caminar entre montones de cadáveres.
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