domingo, 8 de marzo de 2020

MORIRÉ ENGAÑADO.

Confianza es  saber que el otro hará lo que debe hacer o lo que se espera que haga.

Y eso es increíble, porque en ese momento nos fiamos, porque hacer lo que se espera que uno haga es maravilloso.

Es acojonante pensar que   estamos haciendo constantemente  ejercicios de confianza entre nosotros para poder sobrevivir. Cada vez que nos montamos en un autobús, cada vez que vamos al médico, cada vez que vamos a un restaurante, estamos dando por hecho que esa persona va a hacer lo que se espera que haga: que el chófer te lleve al AVE, que el médico te diagnostique correctamente, que el cocinero no te envenene… Y lo hemos aprendido a hacer de bien pequeños.

Me gusta esa anécdota de unos padres que va al  cine con sus hijos. Los menores de seis años entraban gratis. Al ser preguntados por la edad de los peques los padres dicen "siete años".
- Oiga, si me llegan a decir que seis años, no me hubiese dado cuenta. 

- Usted no. Pero ellos sí.

Es necesario para el ser humano tener todas estas redes de confianza.

 El problema es cuando la confianza se convierte en confianza activa. O sea, cuando tú te planteas seriamente: “¿Puedo confiar en esta persona?”. Ahí es donde empezamos a tener algunos problemas y ahí es donde empezamos a hacer aguas socialmente.

A uno le han engañado muchas veces. La última fue de las que no olvidas en la vida. Gracia a confiar en quien no debía estoy en tierra de nadie. Justo al final de mi vida profesional.

Y, ¡ cómo será la formación que he recibido!,  de qué barro estúpido estaré hecho!, seguiré confiado.Y nadie , ni nada, conseguirá que deje de  ser así. 

Moriré engañado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario