Estos días de enfermedad y miedo encontraremos personas que rompen el principio de Arquímedes : desalojan mucho menos de lo que pesan; se hallan instalados a una altura inferior a su talento o sumergidos en el anonimato, si bien podrían deslumbrarnos con su pensamiento.
Para encontrarlos hay que ir a los colegios, a las universidades de provincias, a los mercados de abastos de las pequeñas ciudades. Son profesores, poetas, científicos, artistas, escritores, que no salen en pantalla.
Para encontrarlos hay que ir a los colegios, a las universidades de provincias, a los mercados de abastos de las pequeñas ciudades. Son profesores, poetas, científicos, artistas, escritores, que no salen en pantalla.
No nos agreden con su estomagante presencia. Se limitan a trabajar con la elegancia que posee el silencio cuando éste deja huella.
Gracias a Dios , no los conocerás nunca.
Estos días hay que sumar. Hay que ser ejemplares.
Estos días hay que sumar. Hay que ser ejemplares.
El Ave Fenix era un ave mitológica del tamaño de un águila, de plumaje rojo, anaranjado y amarillo incandescente, de pico y garras fuertes. Se trataba de un ave fabulosa que se consumía por acción del fuego cada 500 años, para luego resurgir de sus cenizas.
Una cosa parece clara: los cambios de época se producen siempre entre grandes convulsiones de muerte, ya que el ave Fénix necesita mucha ceniza para reemprender el siguiente vuelo.
En 1493 Contantinopla fue arrasada por un incendio . Sus habitantes ignoraban que de entre sus alaridos y sus cenizas surgía la Edad Moderna . En ese miso tiempo Gutenberg en Maguncia imprimía un Salterio por primera vez. Y en aquel año la Peste bubónica con su guadaña diezmaba la población en Europa. Y mientras olía a carne chamuscada de los herejes en España, unos marineros planeaban cruzar la mar océana y alcanzar las Indias.
En aquellos momentos ni unos ni otros eran conscientes de los cambios que se avecinaban, ni de la cultura que despedían para siempre. Estos hechos no manifestaron su poder hasta mucho tiempo después.
Después finalizaría la Edad Moderna con nuevos fuegos que consumirían un mundo viejo, y renacería de esas cenizas una nueva Edad .La Revolución Francesa , la guillotina, y nuevos alaridos de cabezas cortadas de nobles que nunca más esnifarán rape. Tampoco nadie se coscó de lo que estaba pasando.
Hoy todo el mundo habla del Coronavirus, de la la crisis económica que éste trae consigo. Es más que eso. Ya se escuchan los gritos de una nueva e inmensa hoguera que está reduciendo a pavesas el viejo orden. Es la crisis, sí, pero también algo nuevo que renacen de esas cenizas .
No caemos en la cuenta. Cayó él muro de Berlín, todo se va tambaleando,
Dentro de unos años, muchos, los historiadores dirán: en el 2020 la gente creía que su angustia se debía al Coronavirus En realidad se debía a que el Ave Fenix ardía, y sus alaridos no nos dejaban escuchar los balbuceos de una nueva criatura que nacía.
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