Sólo una vez en mi vida conocí un sacerdote que fuese, de verdad, un buen director espiritual. Se llamaba don Ezequiel. Sólo hablé con él una vez y esa conversación la tengo grabada muy dentro. Me preguntó qué era lo que más me gustaba hacer Le contesté que no era lo que más me importaba si hacía lo que me gustaba.
- Estoy donde me han dicho que esté, y sí soy feliz.
- ¿ Pero te gusta dar clase?
- No es que me guste, es que me han dicho que dé clase en Viaró , y allí estoy.
- Insisto...a tí, de verdad, qué te gustaría hacer.
- Es que no me lo quiero plantear.
- ¿Por...?
- Porque no me dejarían.
- ¿Quién no te dejaría?
- Los directores de la obra.
- ¿Y eso ?...
- Quieren que esté donde estoy. Si quisiera otra cosa, no me dejarían, o tendría que...oiga, ¿podríamos hablar de otro tema?
- Pero en la obra te enseñan a pensar, no qué pensar.
- Pues a mi e enseñan a pensar lo que pensar.
Insistió el hombre un poco más. Me preguntó por mi afición a cantar y componer canciones. Me animó a qué me formase más, a que hiciese un cursos...
Y no. No hice nada, Y siempre supe que era eso lo que debía de hacer, formarme y buscarme la vida. Tenía 25 años y una vida por delante y la desperdicié.
Esa conversación pudo haber sido un momento crucial en mi existencia. Finalmente nada sucedió. Él siguió su vida, y yo la mía. Él murió. Todo ha cambiado y la vuelta atrás es imposible, pero sé que en aquella conversación fui un hombre cómodo y cobarde.
No elegí por romper con esa vida fácil y sin muchos problemas de profesor. Aposté por lo probable.
Después tuve que decidir , en un cruce de caminos de conciencia, por lo improbable, en el sentido más pascaliano de la palabra. Pero esa fue otra historia.
Hoy sé que toda elección comporta una ganancia y una pérdida, pero las consecuencias son imprevisibles porque siempre existe el azar. Lo importante es la elección por sí misma.
Leí una novela, no recuerdo su título, en que uno de sus personajes sueña con tener un amuleto que le permita seducir a todas las mujeres. Algo así decidí después de aquella conversación . Cuando sólo obedeces eliminas el azar y la necesidad de tener que elegir.
Entonces tuve miedo a dos cosas, a imponerme a la voluntad de otros, y a vivir en la incertidumbre.
Magnífico!... Aunque inquietante...
ResponderEliminarEfectivamente, en la opus querían que penásaramos,…peró lo que ellos querían que pensáramos!
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