lunes, 24 de octubre de 2022

MEAR CONTRA EL VIENTO.

"¿ Dicen que la distancia es como el viento », cantaba Domenico Modugno.  No quiero escribir sobre el cambio climático, que me parece algo que huele a ideología, a mucho dinero, y a rollo políticamente correcto , sino de la sensación de añoranza que siempre me produce el viento.


Aquí, en esta tierra donde vivo feliz, hace días muy ventosos. Llevamos varios días que silba muy fuerte. 


Al igual me sucede cuando  contemplo el mar, hay algo atávico en mi inconsciente que me liga al viento. Soy de interior, de Zaragoza, tierra de Monegros, y cuando vi por primera vez el mar desde un tren me quedé hipnotizado por el azul, y el olor. Después he vivido en Barcelona y Tarragona y el mar entró en mi sensibilidad para siempre. 


El mar también es ventolera , vendaval y brisa. 


El aire me retrotrae al cierzo de mi infancia,  al frío de pasamontañas, a mocos sorbidos a lametazos, a esquina del " ¡coño!". 


Nacido en una ciudad cerca del Moncayo , uno ha  pasado mucho frío en su infancia. La escuela estaba helada, las casas no tenían calefacción central y las corrientes de aire gélido del río Ebro dejaban tieso a más de uno. Y las pantorrillas al fresco ,  la piel de gallina, y los calcetines que se comían los zapatos. 


Recuerdo que la familia íbamos con frecuencia a un pinar a Ontinar del Salz ,  donde no era raro que nos cobijásemos de la ventisca en una majada o cobertizo de pastores. 


Ahora, me temo, nadie sale los domingos " a la aventura", como decía mi padre.


Estas noches el temporal ha bufado con una fuerza brutal. Me arrebujaba en las sábanas y recordaba mi infancia, y esos pitidos asmáticos del  huracán al colarse por las rendijas. Pocas veces se duerme mejor. 


Un juego de cuando estudiaba en los jesuitas era mear contra el viento  para ver quién llegaba más lejos. ¡ Nos poníamos perdidos! Pero siempre había alguno que conseguía batir un récord.


El viento, la brisa, siempre será viento  y tendrá sus encantos para cada generación. El viento es un vestigio de la infancia que pone ante nuestros ojos la precariedad del tiempo.






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