Nací en un barrio que se llama Lasierra Purroy, en Zaragoza. Está dentro de otro barrio que llaman Torrero.
Estaba en las graveras, una zona que limitaba con las chabolas gitanas. En sus fronteras jugábamos los críos sin importarnos razas ni higienes. Mi padre decidió cambiar de distrito cuando supo que un viejo gitano nos ponía a los niños en fila y nos estiraba la colita, mientras nosotros, inocentes, nos reíamos.
Allí viví hasta los ocho años.
Aprendí mucha pillería: que es más provechoso parecer listo que ser listo. Yo no entendía nada de lo que me decían, pero atendía muy bien, como si fuese inteligente. Probablemente eso es lo que he hecho toda mi vida. Aprendí que salir corriendo no era de cobardes. Aprendí que todas las madres eran más feas que mi madre.
Y aprendí que todos los niños pensaban lo mismo: que lo de uno es lo mejor.
Lasierra Purroy era una isla en mitad de un mar con el Cine Venecia, el mercadillo donde mangaba pepinillos y veía las tetas de Pilarín cuando se asomaba al balde de las olivas. También había unas piscinas, y un campo de fútbol. La piscina era de uso común, y había mucha mierda flotando. Pero era un disfrute. ¡ Ay, el misterio de la vida recién estrenada!
Las rodillas siempre desolladas, los pantalones cortos , calcetines que se los comían los zapatos, el pecho siempre agitado. Muchas veces , cuando voy a Zaragoza , paseo por allí a recordar el esqueleto de mi niñez. Todo está igual por fuera, puedo reconocer aún algún rincón, pero ya nada es lo mismo. Empezando por mi.
Tiendas en venta, traspasos, y familias que vinieron a ocupar el espacio que otros dejamos. Pero seguirá habiendo tragedias tras las ventanas, amores en los portales, y un viejo buscando pichitas de niños inocentes.
El barrio es una patria sin banderas. En el mío también había el loco que habla solo. la mujer ventanera y buenorra que sale a la calle a que la vean. Los que beben en la calle y blasfeman a gritos.
Pero, me temo, ya no hay barrios así. La gente se ha civilizado mucho y tienes que andar con ojo para que no te denuncie alguien por políticamente incorrecto. En mis días de infancia se decía un piropo que hoy sería de cárcel: " ¡¡¡ quién te pillara cagando, moza!!!".
Y si era fea se añadía " pa sentarte en la mierda, claro!".
Hoy eso sería...
Mi barrio es un rabioso mordisco de nostalgia que guarda el tesoro de mi infancia.
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